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LESIONES DEPORTIVAS DE RODILLA |
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Las lesiones de rodilla son quizás las lesiones más frecuentes en todos los deportistas, afectando a futbolistas, ciclistas, esquiadores alpinos, practicantes de lucha o artes marciales… En el 10 % de los casos necesitan tratamiento quirúrgico. Las populares rodilleras, por otra parte, no han demostrado su utilidad en la prevención de las lesiones de los ligamentos de la rodilla.
Las lesiones de rodilla más frecuentes en los deportistas
son:
·
Lesiones
de meniscos
·
Esguince
del ligamento lateral interno (LLI)
·
Lesiones
del ligamento cruzado anterior (LCA)
·
Luxación
de la rótula
El mejor momento para valorar la rodilla es inmediatamente
después de la lesión. Antes de transcurrida una hora desde la lesión, puede
existir ya un espasmo muscular protector. Al cabo de 24 horas puede incluso
existir un grado tal de derrame que impida una exploración satisfactoria.
Al valorar las lesiones de la rodilla hay que comparar el
lado afectado con el sano. Si existe un derrame, será necesario realizar
radiografías para descartar fracturas.
Su médico valorará ademas el estado neuro-vascular de la
pierna y del pie.
Las lesiones de los meniscos ocurren a causa de un mecanismo
de torsión o rotación de la rodilla asociado a flexión intensa e
hiperextensión.
Los síntomas consisten en dolor, derrames recurrentes y
chasquidos, asociados a una limitación de la movilidad. A veces los colgajos
meniscales quedan atrapados en la cavidad articular, con lo que la rodilla
queda bloqueada o "clavada".
Si estando la rodilla flexionada a unos 90 grados, aparece
dolor en la rodilla cuando se realiza una rotación externa del pie, ello es
signo de lesión del menisco interno (prueba de McMurray).
Tratamiento. Tras una lesión de menisco, el deportista debe seguir la
regla de toda lesión deportiva: reposo, hielo, compresión y elevación. Es
conveniente usar muletas para evitar una sobrecarga de peso al andar mientras
no hayan remitido el dolor y la hinchazón. En la mayoría de los casos el
paciente debe ser derivado al traumatólogo para la reparación de la lesión
meniscal mediante artroscopia (tubo de fibra óptica insertado en la
rodilla bajo anestesia local o regional).
El seguimiento debe planificarse de modo que permita iniciar
un programa de rehabilitación y que el paciente pueda reanudar pronto (semanas)
la actividad deportiva.
El ligamento lateral interno (LLI) es el que
proporciona estabilidad a la región interna de la rodilla y suele lesionarse
cuando a ésta se le aplica una tensión excesiva en valgo (torcedura
hacia fuera). Los desgarros del ligamento lateral externo son mucho más raros y
están causados por un traumatismo hacia dentro (en varo) dirigido hacia
el interior de la rodilla.
Los desgarros del LLI se suelen asociar a una lesión del
menisco interno.
Diagnóstico. Inmediatamente después de la lesión, el deportista suele ser
aún capaz de andar un poco apoyando la pierna afectada. Normalmente, en el
momento de la lesión siente dolor en la zona interna de la rodilla, y después,
cuando intenta caminar, nota como si la rodilla se "tambalease". El
deportista con un desgarro completo del LII puede referir paradójicamente muy
poco dolor al realizar las maniobras, pero al mismo tiempo el médico observa
una importante hiperlaxitud en ausencia de un diagnóstico definible. La
tumefacción o el derrame articular suelen aparecer al cabo de varias horas de
la lesión.
Tratamiento. Un esguince de primer grado (leve) se trata con reposo,
hielo, compresión y elevación. Esta lesión suele solucionarse del todo en 5-10
días, tras los cuales el médico puede permitirle reanudar la actividad
deportiva. El tratamiento de los esguinces más graves debe realizarlo el
traumatólogo.
LESIONES DEL LIGAMENTO CRUZADO ANTERIOR DE LA RODILLA
La lesión del ligamento cruzado anterior (LCA) es la
patología ligamentosa más frecuente y grave de la rodilla. Esta lesión suele
ocurrir después de un traumatismo directo; otras veces tiene lugar a
consecuencia de una fuerza torsional asociada a una lesión por desaceleración.
Las lesiones se observan cuando un deportista cambia de dirección al correr y
experimenta un "bloqueo" brusco de la rodilla.
Las lesiones del ligamento cruzado posterior (LCP)
son menos frecuentes y graves que las del LCA. Están causadas por un
traumatismo directo en la región anterosuperior de la tibia. Por ejemplo,
cuando se da una patada a un "karateka" en la región de la rodilla
mientras tiene el pie firme en el suelo, o cuando alguien cae hacia delante con
la rodilla flexionada.
Diagnóstico. Con frecuencia el deportista nota un chasquido al
lesionarse, cae al suelo notando un dolor intenso y es incapaz de seguir la
competición. En un 60 % al 70 % de los deportistas aparece un derrame hemático
(de sangre) antes de 24 horas. Para valorar una lesión del LCA pueden
utilizarse varias maniobras, la más común de las cuales es la prueba del cajón
anterior:
·
La prueba
del cajón anterior se realiza con la rodilla flexionada a 30 grados. El
explorador se arrodilla junto a la parte externa de la pierna afectada, con una
mano estabiliza el muslo y, con la otra, realiza una tracción suave, pero
firme, sobre la región proximal de la tibia. Si la tibia se desplaza hacia
adelante, existe desgarro del LCA.
Tratamiento. El tratamiento inicial de los desgarros del LCA consiste en
reposo, hielo, compresión y elevación, junto con inmovilización estricta o uso
de muletas. La rehabilitación exige el inicio precoz de ejercicios de
contracción del cuádriceps para prevenir la atrofia y favorecer el
reforzamiento muscular. En algunos deportistas son útiles las rodilleras
articuladas o de protección. El deportista debe dirigirse de inmediato al
traumatólogo, sobre todo si se observan signos radiológicos de fractura o si
existe laxitud articular, por si es precisa una artroscopia. A veces la
rehabilitación de una rodilla inestable por lesión del LCA puede llevar meses.
La luxación rotuliana ocurre a consecuencia de un
traumatismo en la rodilla o cuando un deportista cambia de dirección y luego
hace fuerza en la pierna. Es más frecuente en los adolescentes.
Tratamiento. Si no existen signos de fractura, puede intentarse reducir
la luxación mediante la extensión de la rodilla. A veces resulta útil dar
masajes en los músculos de la pantorrilla y pedir al deportista que se relaje,
con lo cual la rótula debe reducirse en unos minutos. Si el explorador
encuentra dificultades en la realización de la maniobra, quizás existe una
fractura o un fragmento de cartílago desplazado, en cuyo caso hay que colocar
una férula y derivar al paciente a un servicio de urgencias para llevar a cabo
una exploración radiológica y la reducción. El tratamiento posterior a la reducción
consiste en reposo, hielo, compresión y elevación, junto con el uso de muletas
si el paciente no puede caminar. La pierna debe estar elevada mientras persista
el edema y se iniciarán de inmediato ejercicios de reforzamiento del cuádriceps
(el músculo anterior del muslo) para prevenir la atrofia.