Estilo de vida

 

Una alimentaci�n equilibrada, la pr�ctica habitual de ejercicio f�sico y un estilo de vida saludable en general tienen un papel fundamental a la hora de mantener una buena salud, tanto a nivel f�sico como a nivel psicol�gico. De los muchos de beneficios resultantes de llevar a cabo unos h�bitos saludables, uno de los m�s importantes es favorecer la prevenci�n de TCA y obesidad. El hecho de que en los �ltimos a�os hayan incrementado tanto los casos de estos trastornos ha hecho necesario investigar sobre soluciones para reducir y prevenir la incidencia de estos trastornos. La conclusi�n de las diferentes investigaciones es muy clara: hacer unos h�bitos alimentarios saludables y hacer actividad f�sica son las pautas m�s eficientes a la hora de luchar contra los TCA y la obesidad.

 

La alimentaci�n

La alimentaci�n es una parte importante de nuestra vida. A trav�s de la alimentaci�n obtenemos nutrientes para tener energ�a para vivir. Pero, adem�s de ser un proceso biol�gico, la alimentaci�n es tambi�n un proceso emocional y social. Alimentaci�n y emociones est�n conectadas, por eso una buena alimentaci�n debe ser agradable. Y, a menudo, la alimentaci�n se da en un contexto social, de celebraci�n, por ejemplo, o de rutina familiar, como cenar juntos. As� pues debemos tener en cuenta que una buena alimentaci�n comprende tres aspectos: el biol�gico, el emocional y el social.

�En qu� consiste un h�bito alimentario saludable?

Para hacer un h�bito alimentario saludable es recomendable llevar a cabo una alimentaci�n :

  • Variada, que incluya diferentes alimentos de cara a obtener todos los nutrientes que necesitamos. Los nutrientes se dividen en 5 grupos: hidratos de carbono, prote�nas, grasas, vitaminas y minerales. Pero ninguna alimentos los contiene todos, por eso es muy importante hacer una dieta variada.
  • Suficiente, ya que debe contener la cantidad necesaria para satisfacer la demanda de nutrientes del cuerpo. 

  •  

     Adaptada. La alimentaci�n debe apat�a a las necesidades de cada persona. Por ejemplo, un adolescente y una persona mayor tienen necesidades nutricionales diferentes. Un deportista necesita m�s calor�as que una persona que trabaja sentada en una silla delante de un ordenador.
  • Equilibrada. La manera de conseguirlo es basarse en las indicaciones de la pir�mide alimentaria que propone la Generalitat de Cataluya a trav�s de su canal de Salut:
 

Para descargar la pir�mide alimentaria en un pdf clicad en el siguiente enlace:

 

El hecho de que una alimentaci�n equilibrada tenga forma de pir�mide implica que es importante respetar la proporci�n de los alimentos que hay que ingerir a diario. As� pues, bas�ndonos en la pir�mide deber�amos hacer, diariamente:

  • De 4 a 6 raciones de cereales y f�culas (pan, arroz, pasta, patata, legumbres ...), preferentemente integrales 
  • 5 raciones de frutas y verduras, 3 de frutas y 2 de verduras 
  • De 2 a 4 raciones de leche y derivados (queso, yogur, etc ...) 
  • De 1 a 2 raciones de huevos, pescados, carne blanca, legumbres o frutos secos 
  • De 3 a 6 raciones de aceite y frutos secos 
  • De 4 a 8 vasos de agua

En el siguiente enlace se puede descargar un documento, facilitado por el Canal Salud de la Generalidad de Catalu�a, en el que se describe, orientativamente, como debe ser el tama�o de las diferentes raciones de la pir�mide alimenticia:

 
  • Hacer 5 comidas diarias: 3 principales y 2 adicionales. Las comidas deben complementarse entre ellos y evitar las repeticiones en el mismo d�a.
  • El desayuno es una comida fundamental en el equilibrio alimentario. Por ello es imprescindible que sea completo e incluya: l�cteos, cereales (pan, cereales de desayuno ...) y fruta fresca (entera, troceada, zumos naturales ...)
  • No olvidar nunca que el pan, la pasta, el arroz, la patata, etc. son b�sicos. 
  • Es muy importante comer diariamente frutas, verduras y hortalizas
  • Es necesario incluir las legumbres 2-3 veces a la semana. 
  • Elegir, siempre que sea posible, el aceite de oliva tanto para cocinar como para ali�ar. 
  • Priorizar el agua frente a otras bebidas.
 

V�deo sobre la frecuencia de consumo de los grupos de alimentos (Canal Salut. Generalitat de Catalunya) (en catal�n)

 
  • El hombre es la larga sombra que el ni�o extender� en el tiempo Jorge Luis Borges La alimentaci�n, un acto de amor La alimentaci�n ha constituido en el devenir de la historia un encuentro entre la biolog�a y la cultura. La gran mayor�a de los procesos evolutivos de nuestra especie han estado relacionados con cambios en las costumbres alimentarias, que nos han llevado a convertirnos en omn�voros en un per�odo de tiempo relativamente corto. Mucho m�s all� de lo instintivo, la alimentaci�n humana involucra elementos comportamentales y afectivos que hacen de este proceso una condici�n compleja en la que conceptos como hambre y apetito le confieren al mismo nociones subjetivas, de tal modo que la necesidad y el goce se entrecruzan a veces de manera imperceptible. Somos lo que comemos dicen los expertos, al querer llamar la atenci�n sobre la importancia que unos buenos h�bitos alimentarios tienen para la formaci�n estructural y funcional del organismo humano, adem�s de la necesaria relaci�n con la calidad de vida en la adultez y en la vejez en consonancia con corrientes universales del pensamiento actual, que se refieren al derecho de envejecer sanamente que tenemos los seres humanos. Un prop�sito del Grupo de Puericultura es el de actualizar los conceptos alrededor de la nutrici�n infantil, ciencia esta como todas de evoluci�n r�pida y conceptos din�micos, que tiende a la formaci�n de ni�os, ni�as y adolescentes sanos e inteligentes, con un �ptimo nivel de crecimiento y desarrollo, que puedan constituirse en excelentes integrantes del tejido social. Tengamos siempre en cuenta que el alimento debe nutrir no solo el cuerpo, sino tambi�n la mente y el aparato social de los ni�os, ni�as y adolescentes. H�bitos de alimentaci�n y estilos de vida saludable Jorge Eli�cer Botero L�pez, MD. MSc. Profesor Nutrici�n Cl�nica Pedi�trica Universidad de Antioquia Un estilo de vida es la forma como cada uno decide vivir, son las cosas que se decide hacer, es la hora de levantarse, la hora en que se descansa, el tipo de alimentos que se consume, la clase de actividad f�sica que se practica, la forma de relacionarse con los dem�s y la actitud que se asume ante los problemas. H�bito puede ser definido como el modo de actuar adquirido por la pr�ctica frecuente de un acto. Se puede decir, entonces, que los h�bitos alimentarios est�n caracterizados por los alimentos que se consumen con mayor frecuencia, considerando las circunstancias en que se hace (c�mo, d�nde, cu�ndo, con qui�n). Los h�bitos son conductas aprendidas precozmente. Por lo tanto, ense�ar buenos h�bitos precozmente contribuir� a fomentar una vida m�s saludable. Las conductas alimentarias son el resultado de interacciones y aprendizajes m�ltiples, son evolutivas, integran datos racionales e irracionales y tienen su base en experiencias personales, positivas o negativas. Para lograr una alimentaci�n saludable hay cuatro asuntos centrales que deben ser considerados precozmente en el control de salud del ni�o: la lactancia materna, la educaci�n para el destete, la evitaci�n de mitos y la creaci�n de h�bitos. La introducci�n de la alimentaci�n s�lida es una etapa crucial, no solo por ser un per�odo de gran vulnerabilidad nutricional para el ni�o, sino tambi�n porque es determinante en el desarrollo y formaci�n de h�bitos en alimentaci�n. Desde el per�odo de la lactancia materna exclusiva y especialmente cuando se introduce la alimentaci�n complementaria es necesaria la educaci�n para evitar precozmente las acciones involuntarias, inocentes y bien intencionadas, pero tendientes a introducir malos h�bitos, que luego se perpet�an y que ser�n muy dif�ciles de combatir: usar alimentos como entretenci�n, distracci�n o premio; celebrar cuando se come todo y castigar cuando deja un poco, etc�tera. Conocer y dar a conocer a los padres la fisiolog�a normal del desarrollo de la conducta alimentaria ayuda a evitar estos errores involuntarios, como por ejemplo, al iniciar la alimentaci�n complementaria se debe tener presente que todo ni�o tiene neofobia (aversi�n a lo nuevo), por lo que normalmente rechazar� algunos alimentos nuevos, sin que esto signifique que ese alimento no le guste m�s. Por otra parte, se nace con preferencias innatas por lo dulce y por lo salado, por lo que son necesarias buenas pr�cticas de introducci�n de alimentos, incorpor�ndolos progresivamente. No se recomienda agregar az�car a la comida para facilitar su aceptaci�n; se debe incorporar primero alimentos livianos y en peque�as cantidades, as� como variar el tipo de alimentos para adquirir tempranamente la costumbre de recibir distintos sabores y consistencias. No olvidar que es normal que el ni�o peque�o manifieste su aburrimiento o disconformidad ante algunas situaciones con llanto, el que muchas veces se interpreta err�neamente como hambre, por lo que para resolverlo se ofrece una galleta o un biber�n, con lo que hay entretenci�n, pero aprende mensajes err�neos que lo llevan a resolver, posteriormente, cualquier situaci�n estresante con comida. Preferencias y rechazos Una de las formas de evaluar la adquisici�n de los h�bitos alimentarios es identificar los alimentos preferidos por el ni�o. El gusto y el olor son las principales caracter�sticas de un alimento que determinan la elecci�n, mientras que otros atributos como la textura, el color, la posici�n f�sica y el contexto social pueden llegar a ser est�mulos condicionantes. Hay preferencia innata por ciertos sabores y rechazo por otros, pero ambos pueden ser modificados por la experiencia, por lo que se denominan preferencias o rechazos aprendidos. Las preferencias est�n condicionadas en ni�os y adultos por sabores asociados con alto contenido de az�cares y grasas. Estas preferencias adquiridas parecen persistir en el tiempo y son dependientes del estado de saciedad, de manera tal que las preferencias son m�s fuertemente adquiridas si la exposici�n inicial ocurre durante un estado de hambre, por lo que subsecuentemente son expresadas con m�s fuerza cuando el ni�o est� hambriento. En relaci�n con el rechazo aprendido, los ni�os pueden adquirir aversi�n por los alimentos mediante los mismos procesos condicionantes que otras especies animales, como cuando el consumo de un alimento por primera vez se asocia a una experiencia poco placentera (enfermedad, dolor abdominal, v�mitos). H�bitos sociales Adem�s de las preferencias innatas y de las preferencias aprendidas por la experiencia directa individual, tambi�n es posible adquirir preferencias por medio de la transmisi�n social. La influencia social y cultural ejerce claramente un poderoso efecto sobre las elecciones de los alimentos en los ni�os. La exposici�n inicial de un alimento en un contexto social determinado permite la uni�n de las caracter�sticas sensoriales del alimento a las condiciones sociales en que es consumido. As�, los ni�os peque�os prefieren alimentos que les son familiares o que ven c�mo los consumen sus padres. La teor�a del aprendizaje propone que se aprende imitando modelos. Por lo tanto, los h�bitos y estilos de alimentaci�n de los padres se transmiten a los hijos. En la medida que los ni�os son peque�os dependen m�s estrechamente de las decisiones de sus padres, quienes determinan, por ejemplo, qu� alimentos son o no son apropiados para sus hijos. As�, un alimento permitido, seg�n el criterio de los padres, ser� m�s frecuentemente expuesto y llegar� a formar parte de los h�bitos alimentarios del ni�o. El juicio que tienen los padres respecto de lo apropiado del alimento guarda relaci�n con la percepci�n que ellos tengan del estado nutricional del ni�o. Las preferencias alimentarias, como determinante social, identifican e integran a los individuos en grupos: las comidas r�pidas de los adolescentes, el mecato entre comidas de los adultos. En el momento actual prima la comodidad a la hora de elegir los alimentos, pero hay que intentar que la variedad en la dieta sea el factor esencial de dicha elecci�n. Hay que evitar que se desarrollen patrones de consumo mon�tonos ya que interfieren con los h�bitos alimentarios saludables. La comida chatarra Entre las preferencias de ni�os y adolescentes se puede se�alar el consumo, en ocasiones excesivo, de hamburguesas, perros calientes, s�ndwiches, que tienen como denominador com�n preparaci�n muy sencilla, consumo f�cil y saciedad inmediata. Su perfil nutritivo se puede definir como de elevado contenido en calor�as, prote�nas y grasas. Este tipo de alimentos no solo se est�n consumiendo en los establecimientos de comida r�pida, sino que tambi�n se est�n convirtiendo en la comida habitual de ni�os y adolescentes en los hogares. Consumir estos alimentos de vez en cuando no tiene mayores problemas en el conjunto de una dieta variada y bien balanceada. La dificultad radica en la frecuencia de su consumo pues puede generar h�bitos alimentarios inadecuados, m�s aun si se considera que, generalmente, se acompa�an de gaseosas y papas fritas, sin incluir ensaladas, verduras, legumbres y frutas, alimentos necesarios en una dieta equilibrada. Otra de las caracter�sticas de los h�bitos alimentarios de la ni�ez y de la adolescencia es el abuso en el consumo de mecato, de escaso o nulo valor nutricional y que se picotea a cualquier hora del d�a. Una de las consecuencias de su consumo sin ning�n control es la falta de apetito a la hora de las comidas, pues su contenido cal�rico debido al az�car y a las grasas, que constituyen la mayor parte de sus ingredientes, induce saciedad suficiente como para provocar inapetencia. Si adem�s se trata de productos azucarados, pueden favorecer la formaci�n de placa bacteriana y provocar caries dental, ya que no es posible mantener la necesaria higiene bucal cuando se consumen estos productos en cualquier momento del d�a. Alimentaci�n saludable, vida saludable Una de las consecuencias m�s notorias de los malos h�bitos alimentarios en la ni�ez es el riesgo de aparici�n en la vida adulta de enfermedades cr�nicas no trasmisibles (diabetes, hipertensi�n arterial, enfermedades cardiovasculares, obesidad y c�ncer). Entre los factores determinantes para la aparici�n de estas enfermedades figuran el mayor consumo de alimentos con alto contenido de grasas, az�cares y sal (hipercal�ricos) y la menor actividad f�sica. La salud y la nutrici�n de las madres antes y durante la gestaci�n, adem�s de la alimentaci�n del ni�o en los primeros a�os son esenciales para la prevenci�n de estas enfermedades. La lactancia natural exclusiva durante los primeros seis meses, seguida de alimentaci�n complementaria apropiada, contribuye al desarrollo f�sico y mental �ptimos. El h�bito de una vida activa se debe promover desde la ni�ez, pues el ejercicio y la actividad f�sica hacen parte fundamental de los estilos de vida saludable: adem�s de mejorar el estado f�sico y promover una buena salud cardiovascular, disminuye el riesgo de obesidad, diabetes e hipertensi�n en la vida adulta, por lo que se debe evitar el sedentarismo con restricci�n del tiempo dedicado a la televisi�n, computador y juegos electr�nicos, y la promoci�n de ejercicios f�sicos y pr�ctica de deportes. Para lograr un estilo de vida m�s saludable, la conducta de las familias deber�a ser menos restrictiva y estimular el consumo de m�s alimentos saludables, como frutas, verduras y l�cteos y no solo insistir en la eliminaci�n de alimentos con alto contenido de az�car y grasas (embutidos y comidas r�pidas). Adem�s, tener una vida activa y evitar el cigarrillo en todos los miembros de la familia, procurando que el hogar sea un ambiente libre de humo de cigarrillo. Recomendaciones para una vida saludable en la ni�ez y la adolescencia: 1. La lactancia natural es la fuente de leche ideal hasta los dos a�os de vida. 2. Despu�s de los dos a�os de edad se debe consumir tres veces al d�a productos l�cteos como leche, yogur o queso, de preferencia semidescremados o descremados. 3. Comer al menos dos porciones de verduras y tres de frutas de distintos colores todos los d�as. 4. Comer fr�joles, garbanzos, lentejas o arvejas al menos dos veces por semana. 5. Comer pescado m�nimo dos veces por semana, cocido, al horno, al vapor o a la plancha. 6. Preferir los alimentos con menor contenido de grasas de origen animal. 7. Reducir el consumo habitual de az�car y sal. 8. Tomar varios vasos de agua al d�a. 9. Hacer ejercicio f�sico diariamente. 10. Preferir recreaci�n activa. 11. Procurar que el hogar y los sitios de juego o estudio sean bien ventilados
 
Estilos de vida y alimentaci�n
 
Desde siempre se ha sabido que una adecuada alimentaci�n es muy importante para la salud y el normal funcionamiento del cuerpo. A la hora de hacer la compra la salud es uno de los principales motivos que tienen en cuenta los miembros de las sociedades desarrolladas para la elecci�n de los alimentos. Pero en el trabajo campo que hemos realizado sobre el consumo de alimentos funcionales se detecta un aspecto nuevo en la elecci�n de productos alimenticios: los alimentos tienen que ayudar a envejecer con calidad de vida, es decir, vivir m�s a�os y con mayor calidad de vida. El gusto de los consumidores est� siendo modificado lentamente y orientando hacia un consumo de alimentos que se rija por los principios de una dieta �ptima.

ABSTRACT
It has always been recognised that appropriate nutrition is vital for health and the normal functioning of the body. When shopping, people of developed countries bear in mind health as one of the most important motives for food choice. However, our field work on the consumption of functional foods, we detected a new aspect in the choice of nourishing products: food must help the consumer to age with quality of life �that is to say, to live longer and healthier. The preferences of consumers are slowly being changed, moving towards food consumption ruled by the principles of the optimal diet.
 


 

El valor que m�s aprecian los miembros de las sociedades desarrolladas es la salud f�sica y mental del cuerpo. Si en otras �pocas ten�an prioridad los valores espirituales, hoy los son los del cuerpo. Una de las grandes aspiraciones de los miembros de nuestra sociedad es evitar el declive f�sico y ps�quico. Uno de sus valores prioritarios es aumentar el bienestar cognitivo, evitar la demencia, y disfrutar de salud durante el mayor tiempo posible a pesar de los achaques corporales. Y una manera efectiva de conseguir estos objetivos es a trav�s de unos h�bitos alimentarios saludables. En la sociedad del bienestar la gente es cada vez m�s consciente de que uno de los factores m�s importantes que pueden influir en su estado de salud es la dieta. Las estad�sticas actuales indican que la salud es una preocupaci�n de primer orden en las sociedades desarrolladas. Existe un inter�s creciente por la nutrici�n y los h�bitos alimentarios saludables, y a la hora de hacer la compra la salud es uno de los principales motivos que se tienen en cuenta para la elecci�n de los alimentos. Aumenta el consumo de alimentos que se consideran sanos y saludables.

La preocupaci�n por una alimentaci�n sana ha sido una constante en toda la historia de la humanidad. Desde siempre la gente ha sabido que una buena alimentaci�n es importante para su vida ya que incide de forma directa en el mantenimiento y recuperaci�n de la salud. Son muchos los aspectos que inciden en la compra y elecci�n de alimentos que hacen las personas. Pero en las entrevistas semiestrucuturadas y la encuesta que nosotros hemos realizado sobre h�bitos alimentarios, la salud -junto al costo, el sabor, la conveniencia, etc.- es determinante. Hemos detectado que la poblaci�n est� empezando a asumir el ideal de la "balanced and variet diet" en la que se quiere educar a los miembros de la sociedad de consumo. Los �ltimos estudios acerca de los h�bitos alimentarios parecen concluir de manera parecida: existe, efectivamente, una tendencia a alimentarse de manera m�s saludable. Pero en el trabajo campo que nosotros hemos realizado sobre el consumo de alimentos funcionales o enriquecidos se detecta un aspecto nuevo en la elecci�n de productos alimenticios: los alimentos tienen que ayudar a envejecer con calidad de vida, es decir, vivir m�s a�os de vida y dar m�s vida a los a�os. Se siguen comprando alimentos saludables, agradables, placenteros, adaptados a las necesidades individuales pero sobre todo que aporten beneficios extra para la salud. Los alimentos de una dieta moderada en el tama�o de las raciones, variada en el grupo de alimentos y equilibrada en la cantidad de todos y cada uno de los nutrientes que necesita el cuerpo no solamente deben proporcionar la energ�a y los nutrientes que necesita el cuerpo sino que adem�s deben tener poder preventivo y curativo. Sin apenas darnos cuenta, los miembros de la sociedad desarrollada estamos pasando de los h�bitos alimentarios a los diet�ticos, de la compra y el consumo de alimentos al de nutrientes, de la preocupaci�n por una comida sana al nutricionismo, y del ideal de una dieta saludable al de una dieta �ptima (Wiley 2006: 175; Ayora 2007: 90; Pollan 2008: 35; Aubert 2008: 92; Heinrich y Prieto 2008: 255).

El gusto de los consumidores se est� modificando lentamente al ser orientado hacia el consumo de alimentos que propicien un estilo de vida de mayor calidad. La incorporaci�n de nuevos alimentos a la cesta de la compra responde no solamente a un estilo de vida que apremia sino tambi�n a un nuevo enfoque social y cultural de la alimentaci�n. Es un proceso de cambio lento pero irreversible y el reto consiste en crear nuevas representaciones que orienten el comportamiento alimentario de los ciudadanos. De nada sirve la cr�tica de los cambios que se est�n produciendo si al mismo tiempo no se hacen propuestas efectivas y realistas. �stas ayudar�n a definir un plan de acciones futuras en el campo de la alimentaci�n con el fin de mejorar el estado nutricional de la poblaci�n mediante la inculcaci�n en los consumidores de unos h�bitos alimentarios adecuados. Para conseguirlo hay que conocer los nuevosfactores culturales que est�n produciendo cambios sustanciales en los h�bitos alimentarios y propiciando la emergencia de una nueva cultura de la alimentaci�n. Uno de los m�s determinantes es el nuevo estilo de vida que paulatinamente est�n aceptando los miembros de las sociedades avanzadas.

H�bitos alimentarios y estilo de vida

La categor�a de "h�bito alimentario" ha sido un concepto cl�sico en Antropolog�a de la alimentaci�n. Fue introducido y usado por pioneros como Richard, Guthe, Mead, Passin, Bennett, Douglas, etc�tera, que los conciben como formas de comportamiento alimentario profundamente arraigadas en la formas de vida de los miembros de una cultura. Se sirven de este concepto para describir y comprender los modos de comportamiento rutinario y espont�neo que gu�an la elecci�n de los alimentos que diariamente consumen los miembros de un grupo social y que, por tanto, conforman sus costumbres alimenticias. Sus an�lisis e interpretaciones fueron sumamente �tiles porque en una �poca en la que se empezaban a consolidar nuevos h�bitos alimentarios surgidos de la industrializaci�n alimentaria, permitieron dise�ar recomendaciones nutricionales saludables para la poblaci�n. Y sobre todo fueron aportaciones relevantes porque pusieron de manifiesto la importancia de los factores socioculturales. Se empez� a reconocer que los h�bitos alimentarios forman parte esencial de la cultura de un pueblo (Messer 1989: 33; Garrote 2002: 5; Contreras y Gracia 2005: 406).

Los h�bitos alimentarios se pueden describir como patrones rutinarios de consumo alimentario. Son tendencias a elegir y consumir unos determinados alimentos y a excluir otros. Comprende un conjunto de habilidades que desempe�an el papel de mecanismos de decisi�n los cuales organizan y orientan la conducta ordinaria y por consiguiente nuestro comportamiento alimentario: lo que comemos y el modo como lo comemos, es decir, el consumo cotidiano de alimentos. En este �mbito han sido definidos como "l�nea de conducta por la que se seleccionan, utilizan y consumen el conjunto de productos alimenticios presentes en las dietas consumidas por un grupo de poblaci�n" (Bello Guti�rrez 2005: 5). Son la base de un tipo de comportamiento alimentario en el que se combinan creativamente los rasgos gen�ticos y culturales, un modo de comportamiento en el que convergen los motivos biol�gicos, sociales y afectivos en una s�ntesis unitaria. Engloban un conjunto de reglas de conducta de car�cter rutinario que rigen el comportamiento alimentario y cuyo conocimiento nos ayuda a entender qu� comemos y por qu� comemos lo que comemos.

Una de las caracter�sticas fundamentales de los h�bitos alimentarios es su estabilidad, es decir, su resistencia al cambio. La mayor�a de los h�bitos alimentarios del adulto son costumbres que se han formado muchos a�os antes, motivo por el que son dif�ciles de cambiar. Est� demostrado que aunque se produzcan cambios en las actitudes e intenciones no por ello se cambian. La resistencia es m�s fuerte en las sociedades opulentas de Occidente, en las que se exalta la autonom�a y la libertad individual. Los conceptos de independencia y autonom�a personal inexorablemente est�n unidos al de actividades de la vida diaria. Pero los h�bitos alimentarios no son inmutables ya que son tambi�n esquemas de comportamiento modificables, abiertos al cambio a trav�s de todas las potencialidades que ofrece la vida cotidiana. El contexto social es determinante en la medida que puede desencadenar una evoluci�n notable en los h�bitos alimentarios de los ciudadanos (Delormier et alii 2009: 218; Sebasti�n 2009: 285). Pues bien, para conjugar la dimensi�n individual y social en la comprensi�n del cambio que se esta produciendo en los h�bitos alimentarios nos serviremos de la categor�a de estilo de vida. Orienta las pr�cticas cotidianas en diferentes esferas de la vida entre las que cabe destacar la del consumo. En este �mbito genera un orden simb�lico que vehicula las decisiones de las personas en la elecci�n, compra y consumo de bienes. En el consumo de alimentos es una categor�a f�rtil porque permite articular la esfera p�blica y la privada, entender como las personas dentro de los cauces que le ofrece la sociedad mantienen su propia identidad en su conducta alimentaria. Ello es v�lido en la sociedad moderna que se caracteriza por una tendencia a la individualizaci�n en las decisiones sobre lo que se come posibilitada por la capacidad de adquirir y tambi�n elegir entre la cantidad de alimentos disponibles y, en consecuencia, la posibilidad de tomar decisiones de acuerdo con el propio estilo de vida (Simmel 2001: 147; Douglas e Isherwood 1979: 38; Featherstone: 2000, 142; Contreras y Gracia 2008: 186).

El estilo de vida se puede describir como una serie de pautas de conducta seguidas por un grupo razonable de personas que coinciden en su forma de vivir, gastar su dinero, emplear su tiempo libre, etc. Es un modo de vida basado en un conjunto espec�fico de patrones de comportamiento que estructuran la organizaci�n temporal, el sistema social de relaciones y las pautas de consumo de un grupo distintivo de individuos. Refiere a un modo de ser personal basado y propiciado por un entorno sociocultural concreto en constante proceso de transformaci�n originado por la acci�n consciente de los miembros que lo integran. La estructura de un estilo de vida se resuelve en un conjunto de pr�cticas, h�bitos, valores, actitudes, tendencias, consumos, formas vitales, etc. Se puede describir como una forma original individualizada en el modo como cada persona vive la vida cotidiana, la espec�fica manera acatar las normas de su grupo, clase y sociedad global a la que pertenecen. Ha sido definido como "un conjunto de pr�cticas mas o menos integrado que un individuo adopta no solo porque satisfacen necesidades utilitarias, sino porque dan forma material a una cr�nica concreta de la identidad del yo" (Giddens 1991: 81; Ruiz 1994: 200; Rodr�guez y Agull� 1999: 250; Chaney 2003: 147; Soldevilla 2009: 20). Es un modo de conducta unitario en la medida que relaciona los deseos y las opciones en un modelo m�s o menos ordenado. Posee la capacidad de estructurar y organizar en gran parte la actividad cotidiana de los miembros de un grupo social. Es una especie de norma aceptada por el grupo pero siempre interpretada por el sujeto que permite, proh�be o estimula el consumo de ciertos bienes y servicios. Los estilos de vida son formas pautadas de investir de valor social y simb�lico a ciertos aspectos de la vida diaria, y que duda cabe que entre esos aspectos hay que incluir la comida. Posee muchos estratos y m�ltiples expresiones entre las que cabe destacar la elecci�n y consumo de alimentos que realizan las personas. La comida es una parte importante del estilo de vida y por consiguiente una categor�a que tambi�n permite entender y anticipar la conducta alimentaria. Influye de manera directa en la forma de comer, en lo que se come y en el significado que tiene la comida (Holzman 2006: 371; Reid et alii 2001: 61; Mardomingo 2000: 103). Es f�rtil, por tanto, estudiar los nuevos estilos de vida como gu�a para comprender los h�bitos alimentarios actuales y, sobre todo, para poder detectar los cambios que se est�n produciendo en los gustos y preferencias alimentarias.

La eterna juventud

Los patrones de conducta alimentaria seguidos por un individuo o una colectividad est�n basados fundamentalmente en el estilo de vida. La configuraci�n de un estilo depende de c�mo se es, la forma de pensar, sentir y actuar, las condiciones de vida y factores socioculturales de la sociedad en la que se vive, el entorno cotidiano d�nde se act�a y trabaja, el territorio en el que se vive, etc. Es la interacci�n de esos m�ltiples aspectos lo que hace que este modo de comportamiento individualizado est� sometido a un constante proceso de transformaci�n y reinterpretaci�n. En efecto, los estilos de vida de una sociedad se transforman y son recreados constantemente por los miembros que lo ejercen. En el presente uno de los aspectos determinantes en el tr�nsito hacia la configuraci�n del nuevo estilo de vida de la moderna sociedad individualista sigue siendo la concepci�n del cuerpo. Lo novedoso es que el cuidado del cuerpo se ha convertido en una obsesi�n que, progresivamente, ha ido descendiendo desde las clases privilegiadas hasta la gente corriente.

Se est� consolidando una nueva forma de concebir el cuerpo, una nueva manera de entender el ciclo vital y como consecuencia un nuevo estilo de vida. Emerge la idea de que es posible conseguir un cuerpo inmortal. Se empieza a pensar que en un futuro no muy lejano los avances cient�ficos pueden hacer real el ansia de inmortalidad. En las sociedades avanzadas se percibe la inmortalidad como una utop�a realizable. La sociolog�a de la eternidad -prolongaci�n ilimitada de la vida- es un espacio de investigaci�n que conecta directamente con el estudio de la longevidad. Se plantea como un nuevo estilo de vida que no solamente tiene como objetivo ser feliz ahora sino indefinidamente pues de lo contrario no tendr�a ning�n sentido prolongar la vida. Se ha debilitado la creencia en la otra vida y la felicidad consiste en vivir eternamente. Todo esto suena a ciencia ficci�n, a un escenario de futuro inventado por mentes calenturientas, pero ya se est�n dando los primeros pasos para alcanzar este objetivo. Y uno de ellos es llevar una dieta �ptima que nos ayude a vivir m�s y mejor y en el futuro conseguir la eterna juventud. "La alarmante proliferaci�n de patolog�as asociadas a la vida moderna, como son el estr�s, los nuevos tipos de c�ncer o las enfermedades cardiovasculares, as� como las efectivas campa�as de marketing de algunas compa��as farmac�uticas y del ramo de la alimentaci�n, han sido, en gran parte, las responsables de la inquietud de las �ltimas d�cadas por encontrar la milagrosa f�rmula de la eterna juventud" (Kohan 2007: 58).

En las sociedades ricas estamos pasando de la preocupaci�n por la belleza y la delgadez corporal a la obsesi�n por el antienvejecimiento y la juventud eterna, a optimizar y mantener la vitalidad y a estar en forma, a mantener el bienestar en la medida de lo humanamente posible. "La lucha contra el envejecimiento en el ideario colectivo se basa en evitar las caracter�sticas negativas asociadas con el envejecer y que se manifiestan externamente. La imagen positiva de la juventud en la sociedad, se manifiesta en el cuerpo y en el aspecto f�sico. Lo que se aleje de la imagen joven es rechazado consciente o inconscientemente por la poblaci�n que desea en su mayor�a adscribirse a la imagen de la juventud" (Moragas 2007: 35). Se mantiene el ideal de la belleza corporal aunque empezamos a rechazar la tiran�a del aspecto f�sico y a denunciar las terribles consecuencias que origina la obsesi�n por la belleza. Pero se est� empezando a sublimar en forma de eterna juventud. Y es que el culto a la belleza era en el fondo una forma sutil de rehuir la evidencia de la muerte, una manera de seguir aspirando y manteniendo el ansia de inmortalidad que siempre ha constituido una idea directriz de la especie humana. "En el fondo nuestro culto a la belleza no es m�s que una forma de reprimir la evidencia y la existencia de la muerte. El deseo desesperado de retener la propia juventud no procede sino del deseo del evitar el duelo de un adi�s. Podemos decir, por otra parte, que la juventud se ha convertido en el becerro de oro de nuestra cultura individualista y secularizada, una cultura que niega la otra vida, teme a la muerte" (Renz 2007: 345-6; Zuazo 2008: 3). El ideal de nuestra sociedad es morir con un cuerpo totalmente sano hasta que se consiga la inmortalidad corporal. La idea que late en el ambiente es el ansia universal de inmortalidad. Empieza a calar la idea de que si de hecho el "deterioro" del cuerpo es un problema y si la tecnociencia permite realizar reparaciones y sustituciones de todo tipo, podemos aspirar a tener cuerpos que vivan indefinidamente y cerebros que est�n en condiciones de aprender ilimitadamente. "No hemos alcanzado la inmortalidad, eso es verdad, pero so�amos con ella. Literalmente la gente quiere vivir eternamente y por primera vez en la historia incluso se hace ilusiones al respecto" (Arsuaga 2007: 50; Amato 2007: 78; Napal 2007: 161-62; Attali 2006: 25; Soria y Toharia 2007: 148; S�nchez Vera 2008: 286).

En los medios de comunicaci�n se divulga la idea de la inmortalidad. Se recuerda que muchos f�sicos famosos afirmaron que era imposible volar, y que tambi�n insignes bi�logos defendieron la imposibilidad de la clonaci�n, pero nos recuerdan como los avances de la ciencia han demostrado la falsedad de esas predicciones. Esto se aplica al tema de la muerte humana y ya se habla de la falacia de que existe un l�mite biol�gico para la vida. "No estamos programados para morir. La vida no termina porque un gen albergue el secreto para interrumpirla en un momento dado. En realidad no est� escrito que debamos morir. La vida es mantenimiento de un equilibrio entre las agresiones celulares y la capacidad regenerativa de las mismas c�lulas. Cuando las agresiones son superiores a la capacidad regeneradora, se produce el envejecimiento y la muerte. Mientras que la capacidad de regenerar los tejidos sea mayor que el impacto de las agresiones medioambientales, la vida contin�a" (Punset 2008: 56). Aprovechando los conocimientos cient�ficos actuales ya se est� aumentando la esperanza de vida de la poblaci�n y no se renuncia a conseguir la eterna juventud. Hoy por hoy se considera un objetivo muy lejano detener el proceso de envejecimiento y conseguir la eterna juventud. Sin embargo se considera un objetivo realista aumentar considerablemente la longevidad. As� en una conferencia en la Obra Social de la Caixa, A. de Grey habl� de la posibilidad de vivir mil a�os. Estas divulgaciones que aparecen en los medios de comunicaci�n se basan en las investigaciones y enigmas que actualmente pretenden resolver cient�ficos: �Hasta cuando podemos vivir? �Estamos realmente condenados a envejecer? �Cu�les son los mecanismos del deterioro de nuestro organismo que finalmente desemboca en la muerte? �Hay alg�n modo de retrasar el envejecimiento? �Hay alguna fuente de juventud? �Podremos alg�n d�a producir el elixir de la vida? Las preguntas son pertinentes porque hay bacterias que son inmortales y organismos pluricelulares que tambi�n lo son. Adem�s la l�nea germinal de los seres humanos se puede considerar inmortal en la medida que se perpet�a en los descendientes a trav�s de la procreaci�n y en el futuro con la clonaci�n reproductiva. En este contexto hay que situar el impacto que est� teniendo la denominada biolog�a de la inmortalidad.

Son muchos los cient�ficos que tratan de conocer c�mo actu� la selecci�n natural en los genes, c�mo reparar el dise�o del cuerpo para evitar el envejecimiento, y en un paso posterior conseguir la inmortalidad. En el estado actual de nuestros conocimientos los cient�ficos piden prudencia ya que podr�an existir l�mites a la longevidad m�xima del organismo humano y a la capacidad replicativa de su ADN. De cualquier manera en Biolog�a no se discute este axioma: "La inmortalidad biol�gica no es por tanto una imposibilidad biol�gica" (Rose 2009: 51). Incluso muchos investigadores dan un paso m�s para deducir este otro principio: los humanos no estamos programados para morir. Frente a la amenaza del fin, hoy por hoy ineludible, hay un grupo de bi�logos que se denominan "inmortalistas" y suscriben la tesis de Carrell quien afirm�: "The cell is immortal". Por ello defienden que el envejecimiento es un problema mec�nico y que una regulaci�n adecuada de nuestra fisiolog�a nos permitir�a conseguir la juventud eterna (Klingler 2007: 30; Newth 2007: 203-4; Kirkwood 2004: 296). Sostienen que la inmortalidad reside en los genes y no en los cuerpos que los trasportan y que por tanto el ADN y los genes inscritos en �l son inmortales, que como personas no tenemos una edad preprogramada para envejecer, y que la actual situaci�n de envejecimiento viene condicionada por el nicho al que nos hemos adaptado, y que actuando sobre los genes podr�amos superar estas limitaciones. El envejecimiento es un problema degenerativo causado por da�os moleculares y celulares que se pueden evitar a trav�s de t�cnicas de Bioingenier�a. Partiendo de estas premisas son muchos los que piensan que los futuros avances en Ingenier�a Gen�tica abren la posibilidad de acercarse progresivamente a ese viejo anhelo de la especie humana de luchar por la eterna juventud. La muerte no tiene que ser nuestro inevitable destino. Para evitarlo habr� que comenzar eliminando la barrera que en el presente supone el envejecimiento del que hasta ahora ning�n mortal puede escapar.

La lucha contra el envejecimiento

Desde un punto de vista demogr�fico el sector de poblaci�n mundial que mayor crecimiento va a tener es el de las personas mayores de 60 a�os. Se calcula que en las sociedades de los pa�ses en desarrollo el envejecimiento va a ser muy acusado pero tambi�n en los pa�ses ricos. En Espa�a la proporci�n de personas mayores se ha duplicado. El estudio de esta tendencia muestra una doble faz. De una parte se considera que el aumento de la esperanza de vida de las personas de cualquier pa�s es un signo de progreso y un avance social. Y para las personas un motivo de satisfacci�n y alegr�a de haber podido alcanzar una edad avanzada. En las sociedades desarrolladas vejez se asocia con jubilaci�n y se recomienda vivirla de manera productiva y creativa. Pero de otra parte el envejecimiento aparece como una carga tanto para las familias como para el sistema sociosanitario. En la mayor�a de las personas el envejecimiento es la etapa del ciclo vital en el que empiezan a notarse las modificaciones corporales que en forma de achaques y enfermedades perturban la vitalidad del organismo humano. El envejecimiento de la poblaci�n es tambi�n uno de los grandes problemas de la poblaci�n a nivel mundial. La OMS nos viene alertando de los crecientes costos que conlleva el cuidado y tratamiento de las personas mayores y la necesidad de estar preparados para afrontar los retos de este nuevo escenario que se nos avecina (World Health Organization 2005: 22).

Para afrontar este desaf�o el primer paso consiste fijar el concepto de anciano y los rasgos peculiares que caracterizan a este sector de la poblaci�n. El envejecimiento es un proceso que dura durante toda la vida y conlleva cambios en la estructura y el funcionamiento del cuerpo, es decir, una consecuencia natural de haber nacido. Pero para fijar el momento exacto en el que se puede hablar de envejecimiento o que una persona sea considerada mayor son muchos los criterios que se esgrimen: cronol�gico, fisiol�gico, psicol�gico, filos�fico, etc. (Schramme 2009: 236; Garc�a-Sancho 2008: 280). En cualquier caso se impone la idea de la vejez como una etapa regresiva en la vida caracterizada por procesos de degradaci�n org�nica y funcional. Y seg�n la forma de envejecer se habla de envejecimiento normalcomo aqu�l que proceso que ocurre en la mayor�a de las personas; de envejecimiento patol�gico cuando se produce un deterioro acelerado y se reduce la esperanza de vida; y envejecimiento eug�rico cuando es satisfactorio y se prolonga la vida m�s de lo corriente. En el campo de la ciencia no solamente se aspira a un envejecimiento eug�rico sino tambi�n a detenerlo y sobre todo a que impedir que vejez se asocie con enfermedad

La biogerontolog�a o medicina antiaging es una disciplina joven pero muy pujante (Gems 2009: 40). Tiene como objetivo �ltimo la aplicaci�n de todos aquellos conocimientos y terapias que permitan retrasar el deterioro f�sico y mental asociado con la vejez. Est� en pleno auge y se dedican muchos esfuerzos para encontrar los mecanismos que regulan el tiempo de vida de los organismos y as� poder afrontar el reto del envejecimiento. Estas son las l�neas de investigaci�n m�s relevantes:

- Reducir los achaques de la vejez y evitar el riesgo de enfermedades cr�nicas. Hay un periodo en el que se est� pleno de facultades pero a una determinada edad se empiezan a notar las dificultades corporales: r�pidos aumentos de peso, sofocos, variaciones de humor, osteoporosis, problemas sexuales tanto en varones como mujeres, etc�tera. Vejez va unida a enfermedad y se trata de evitarla para aumentar la calidad de vida de los mayores. Se pretende completar el ciclo vital sufriendo las m�nimas enfermedades posibles y poder gozar de la m�xima calidad de vida hasta que llegue la muerte.

- Detener y retrasar para prolongar la vejez de manera saludable es un objetivo que est� al alcance de nuestras manos, una meta realista. Hoy podemos constatar que a medida que aumenta la esperanza de vida se incrementan los achaques un envejecimiento saludable. El objetivo es conseguir que los ancianos permanezcan activos y puedan vivir a pleno rendimiento mientras vivan. En suma: que puedan vivir una segunda juventud.

- Impedir la vejez para poder mantenerse eternamente joven. Se sigue investigando para encontrar la fuente de la juventud pero hoy por hoy esta l�nea de investigaci�n es una cosa del futuro -para muchos discursos de ciencia-ficci�n-, llena de lagunas e incertidumbres y que actualmente no tiene aplicaciones pr�cticas. Incluso se discute que pueda ser considerado un valor universal pues muchas personas manifiestan su rechazo a vivir eternamente.

Para poder conseguir cualquiera de estas metas la alimentaci�n juega un papel esencial. La nutrici�n �ptima es el mejor remedio que poseemos en la actualidad para combatir los achaques y las enfermedades que conlleva el envejecimiento (Ferry 2008: 90). Se parte de un modelo integrado de salud entendida como una vida libre de cargas para cuya consecuci�n la alimentaci�n constituye un factor esencial. La alimentaci�n es un indicador importante de la capacidad funcional y la calidad de vida. La vitalidad corporal y mental depende de lo que uno come. Se puede afirmar que, en general, las enfermedades cr�nicas son debidas a un desequilibrio diet�tico. De ah� que consumir alimentos apropiados mantiene el cuerpo en forma, mejora el estado de �nimo, refuerza la memoria e incrementa la capacidad intelectual. Se aspira a conseguir a trav�s de una dieta �ptima el m�ximo estado de bienestar posible sin enfermedad f�sica o mental: envejecer con la mayor calidad de vida posible. Por ello se habla de la necesidad de seguir los dictados de una dieta �ptima y de la urgencia "de cambiar sus h�bitos alimenticios o modificarlos con la finalidad de maximizar su salud y longevidad" (Heber y Bowerman 2007: 26). Estos nuevos h�bitos alimentarios nos ayudar�n a vivir el proceso de envejecimiento con optimismo y a mantener una actividad ps�quica estimulante a trav�s del desarrollo de la fitness cerebral. Nos permitir�n aumentar la longevidad hasta cotas inimaginables y con el tiempo la eterna juventud. No es de extra�ar por tanto que se hable y se pretenda hacer realidad a nivel individual el mito de la eterna juventud, presente en todas las culturas, pero que en la nuestra empiece a aparecer como una realidad a la que pueden aspirar las mujeres y los varones de las sociedades ricas: la inmortalidad. Pero seguimos sin tener los conocimientos las t�cnicas necesarias para poder detener para siempre el reloj biol�gico. Mientras tanto lo �nico que podemos con unos h�bitos alimentarios adecuados es impedir la aparici�n de muchas de las patolog�as asociadas a la vejez y evitar da�ar las c�lulas de nuestro organismo. El �nfasis se desplaza de la supervivencia a la longevidad bien llevada, de la cantidad de vida a la calidad de vida a trav�s de una dieta apropiada. "La medicina antiaging utiliza la nutriterapia al dise�ar una dieta personalizada, con los alimentos funcionales y nutrac�uticos precisos para que la persona que recibe el tratamiento cuente con los nutrientes necesarios para disfrutar de buena salud" (Bay�n y S�nchez 2007: 117; Muntan� 2008: 107; Baras 2008: 28).

La dieta antiaging

Son muchos los factores que causan el envejecimiento pero se considera que uno de los m�s importantes es la comida. En esta l�nea la dieta antiaging aspira a alargar la edad biol�gica del individuo por medio de una nutrici�n �ptima. Pretende prevenir todo tipo de enfermedades y conseguir una vida sana y de calidad con una dieta individualizada. Con ella se pueden evitar los efectos t�xicos de los residuos del metabolismo que se acumulan en las c�lulas durante la vida siguiendo unos h�bitos alimentarios adecuados. De ah� que para luchar contra el envejecimiento sea decisivo consumir alimentos que tengan un efecto protector, ayuden al cuerpo a luchar contra los radicales libres y funcionen como manantial de la eterna juventud. Son muchos los consejos y aspectos que se ponen en juego para acercarse a este ideal -ejercicio f�sico, deporte, eliminaci�n de los riesgos del tabaco y las drogas, chequeo m�dico anual, comer y beber con moderaci�n, evitar el stress, tomarse la existencia con optimismo, meditaci�n, vida en pareja, familiar y social activas, etc. -, pero que duda cabe que uno de los m�s importantes es el de seguir una dieta sana, es decir, comer de forma saludable. Para mantener y conservar la juventud as� como para retrasar el envejecimiento se pueden usar muchos medios pero el m�s importante es la alimentaci�n porque no es ef�mero ni superficial sino que afecta a la estructura de nuestro propio cuerpo. Por ello se inculcan unos h�bitos alimentarios que aumenten las propias fuerzas f�sicas y mentales y poder tener una forma de vida conscientemente creativa.

Es cierto que las personas mayores son el segmento de la poblaci�n que tiene una mayor preocupaci�n por unos h�bitos alimentarios saludables y a elegir aquel tipo de alimentos que mejor contribuyan al incremento de su salud y aumento de la longevidad (Sloan 2009: 25; Swientek 2008: 45). Pero conviene subrayar que todas estas investigaciones y propuestas se extrapolan a todas las edades y se recomienda seguirlas en todas las etapas de la vida y no solamente en la vejez. Van tambi�n dirigidas a todas las personas sanas que s�lo desean favorecer y mantener su salud. Se les alerta de que la mayor�a de las consecuencias de una dieta repercuten despu�s de mucho tiempo y por ello aumenta el n�mero de consumidores que lo tienen en cuenta y eligen alimentos con nutrientes beneficiosos para su salud. "As� como en la econom�a es cada vez m�s recomendable crear una reserva, si es posible desde temprana edad, para llegar al �ltimo tramo de la vida con cierto desahogo porque luego los ingresos merman, en lo biol�gico es fundamental que los buenos h�bitos alimentarios acumulen un potencial de salud, tanto mayor cuanto m�s temprano la hayamos iniciado y cuando el proceso natural e inevitable del envejecimiento comience a mermar funciones, es decir, salud, lo haga desde una cota m�s alta, con un recorrido m�s largo en el tiempo y mayor calidad de vida" (Morales G�eto 2007: 4; Cabo Soler 2007: 115). El ideal que ya se promueve para cualquier persona es comer de forma selectiva en cualquier edad. Se promueve el vigor y la fuerza del cuerpo a trav�s del consumo de nutrientes y t�cnicas naturales que posean probada capacidad regeneradora y revitalizadora. La gente empieza a consumir de manera normal alimentos que piensan que les ayudan a mejorar la salud, les previenen enfermedades y retrasan el envejecimiento. En muchas familias algunos de estos alimentos han entrado a formar parte de la compra semanal y alimentos funcionales ya empiezan a integrarse en los patrones culturales y diet�ticos habituales de la poblaci�n. Hoy por hoy no hay dudas que el estilo de vida y los h�bitos alimentarios ejercen una influencia directa en la expectativa de vida del ser humano y en la calidad de vida de los a�os que queden por vivir. Siguiendo esta idea se aboga por una dieta individualizada porque puede contribuir a aumentar las expectativas de vivir con calidad y evitar los achaques de la ancianidad. En este contexto hay que situar todas las investigaciones que se est� realizando sobre los radicales libres (Ameset alii 1993: 7915).

Muchas teor�as cient�ficas intentan explicar el proceso de envejecimiento y aportar ideas de como retrasarlo. Una de m�s conocidas es la teor�a de los radicales libres: potentes t�xicos celulares, producto de los deshechos de nuestra actividad metab�lica que atacan c�lulas y tejidos, a trav�s de su oxigenaci�n y posterior oxidaci�n (Jord� 2007: 932; Boudan 2008: 37). La mayor�a de ellos se generan en nuestras propias c�lulas, puesto que son productos derivados que se obtienen normalmente al transformar los alimentos en energ�a. Seg�n esta teor�a el envejecimiento proviene del da�o oxidativo al organismo a lo largo de la vida. Los alimentos industriales que consumimos lo incrementan y se puede hablar de un equilibrio nutricional precario y amenazado. Parte del da�o no es reparado y se acumula, dando lugar a un funcionamiento celular incorrecto. Pueden romper hebras de ADN o mezclar las bases de ADN, de forma que se inserten letras incorrectas. Pues bien, cuando el cuerpo produce m�s radicales libres de los que puede manejar se produce el envejecimiento y la enfermedad. La mejor manera de poder evitar su efecto nocivo es llevar una dieta saludable complementada con el consumo de alimentos ricos en elementos antioxidantes. Con una alimentaci�n adecuada se puede activar la producci�n de c�lulas sanas y la destrucci�n de las tumorales. "Recordemos que todos nosotros somos portadores de micro-tumores que aparecen de manera espont�nea por factores externos: agentes qu�micos como los cigarrillos, las radiaciones, los virus... Pero tambi�n act�an factores internos: todos los d�as, millones de c�lulas de nuestro cuerpo se dividen para renovarse y, de vez en cuando, durante ese proceso se producen errores que pueden, en combinaci�n con cromosomas defectuosos, provocar un tumor. El organismo bloquea v elimina la mayor�a de los microtumores, pero no est� de m�s ayudarlo. Ciertos alimentos sirven para esto" (Veronessi 2009: 20; Ferry 2008: 91; Murcia et alii 2007: 103). Para fortalecer el sistema inmune de las personas y evitar las deficiencias nutricionales se recomienda un cambio de dieta que contenga alimentos beneficiosos y que incluya suplementos. Se deben incluir formas concentradas de nutrientes, normalmente procedentes de fuentes alimentarias diversas, a fin de superar los nocivos efectos del d�ficit de micronutrientes, la contaminaci�n, la radiaci�n y los radicales libres generados en el organismo. De ah� la recomendaci�n de una alimentaci�n adecuada y un programa inteligente, moderado y equilibrado de suplementos multivitam�nicos. Algunos suplementos alimenticios (antioxidantes, vitaminas, �cidos esenciales, et.) contribuyen a que el organismo destruya las c�lulas malignas.

Es cierto que los expertos en nutrici�n afirman que las necesidades nutritivas del cuerpo humano se pueden cubrir con alimentos naturales elegidos seg�n una dieta variada y equilibrada. Cuando esto se consigue los suplementos diet�ticos no son necesarios. Solo cuando la dieta no resulta suficiente se prescribir� complejos vitam�nicos o minerales para reemplazar el equilibrio interno. Adem�s los m�dicos que practican la medicina antienvejecimiento reconocen cada vez m�s la importancia de los alimentos naturales (Giampapa et alii 2008: 317). Pero tambi�n es cierto que se consolida la tendencia anticipada por el US Institute of Food Technologists: "Increasing role of food and food ingredients in self medication and disease prevention" (Reid et alii 2001: 59; Mart�n-Moreno y Molinero 2005: 83). Tambi�n en nuestro pa�s en el que ya se puede hablar "de una cierta medicalizaci�n de los alimentos, por la que estos productos no responder�an tanto a la necesidad de quitar el hambre como a la necesidad de mejorar la salud (Armend�riz 2008: 48). Los suplementos nutricionales son fuentes concentradas de nutrientes que s�lo persiguen complementar la dieta para a�adir o elevar el consumo de aquellos que se consideran necesarios para el �ptimo funcionamiento de los tejidos, ya sea porque la dieta que realiza la persona los aporta escasamente, o porque se considere que su refuerzo pueda aportar beneficios adicionales. Se considera testado cient�ficamente que la administraci�n de suplementos con macro-nutrientes incrementa la longevidad, pero empieza a calar en la poblaci�n que tambi�n son necesarios para una correcta nutrici�n. Ello explica que las vitaminas, los oligoelementos, los antioxidantes ya forman parte del lenguaje corriente y convirtiendo en palabras m�gicas que garantizan juventud, larga vida, resistencia a las enfermedades y vitalidad. "Escoja un suplemento multivitam�nico y mineral que posea la cantidad de estos antioxidantes y cons�malo en cantidades equilibradas junto a una dieta rica en vegetales, frutas, hierbas y especias antioxidantes" (Barber� 2008: 20; Challem y Block 2008: 166; Ames 2001: 17; Hubert 2001: 5).

 

La restricci�n cal�rica

La restricci�n cal�rica es una l�nea de investigaci�n �ntimamente relacionada con los ideales de la dieta antiaging pero aplicable tambi�n a todas las etapas de la vida (Tr�ton 2008: 65). Consiste en la reducci�n sustancial y progresiva del aporte energ�tico sin caer en la malnutrici�n. Se considera un tipo de dieta que ralentiza los cambios por envejecimiento y reduce la incidencia del c�ncer y de otras enfermedades degenerativas. Diferentes estudios han demostrado los beneficios que les aporta a los animales. Limitar la ingesta de calor�as supone un aumento de esperanza de vida en todas las especies estudiadas. De ah� se ha concluido que una dieta restrictiva tambi�n podr�a proporcionar a los humanos una vida m�s sana y larga. Sin embargo hasta ahora la ciencia no ha podido todav�a constatar que la restricci�n cal�rica sea igualmente efectiva para aumentar la esperanza de vida de los humanos, ya que es preciso realizar este tipo de estudios con muchas personas y durante m�s tiempo. Pero s� se ha observado que los que siguen a una dieta hipocal�rica tienen niveles de colesterol m�s bajos, menor presi�n arterial y menor porcentaje de grasa corporal. Adem�s, las personas que siguen esta dieta tienen una temperatura corporal m�s baja, su metabolismo est� ralentizado y presentan niveles m�s reducidos de da�o cromos�mico (alteraciones gen�ticas relacionadas con el envejecimiento). Estos factores podr�an indicar que vivir�n m�s a�os. "Se ha demostrado que la restricci�n cal�rica incrementa la longevidad. Para que esta restricci�n sea efectiva, las calor�as de dieta deben estar bastante por debajo de la cantidad de calor�as que puede proporcionar una dieta ad l�bitum. Asimismo no debe conducir a malnutrici�n o dietas impropias, ni limitar el aporte de nutrientes" (Schneider y Sagan 2008: 331; Witte et alii 2009: 1256; Williamson et alii 2008: 40; Bergamini et alii 2007: 69; Presles y Solano 2007: 231).

Las investigaciones actuales no permiten obtener conclusiones v�lidas sobre sus posibilidades para aumentar la duraci�n de la vida. Son muchos los que piensan que la restricci�n cal�rica no se puede aplicar a los seres humanos ya que no se morir�an de hambre pero tendr�a efectos secundarios perjudiciales para la salud f�sica y mental. De cualquier manera estas investigaciones han contribuido a demostrar la importancia de la restricci�n cal�rica que indica la necesidad de reducir el consumo de grasas, hidratos de carbono y prote�nas. Todas estas investigaciones han servido para alertar a la poblaci�n de la conveniencia de ajustar su comida a unos h�bitos alimentarios en los que se reduzcan las raciones y se lleve una dieta equilibrada de grasas, prote�nas, carbohidratos, vitaminas y minerales. Se piensa que en la actualidad es el tratamiento m�s claro que existe para conseguir ralentizar el proceso de envejecimiento y extender la esperanza de vida. Entre las verdaderas claves para vivir m�s y mejor se aconseja seguir pautas saludables entre las que destaca el comer menos siguiendo una dieta equilibrada basada en unos h�bitos alimentarios que eviten que el cuerpo se oxide. "La tarea es lograr que muchos, y ojala casi todos, logremos vivir m�s del siglo de forma saludable y verdaderamente nos llegue la muerte por viejos y no por enfermedades que hoy son en gran medida evitables. Prevenir o retrasar al m�ximo las enfermedades cr�nicas relacionadas con la nutrici�n inadecuada y la inactividad f�sica es la gran tarea de la nutrici�n y salud p�blica en este siglo que iniciamos. El futuro quiz� nos va a permitir prolongar la duraci�n m�xima de la vida de la especie homo sapiens. Manipulando el aporte energ�tico mientras se mantiene un aporte suficiente de nutrientes espec�ficos durante per�odos cr�ticos del ciclo vital, se ha logrado extender la duraci�n de la vida en un rango de 30-40% en diversas especies mam�feras, incluyendo los primates no humanos. Esto se logra con restricciones de energ�a que llegan a comprometer la velocidad de crecimiento y desarrollo pero en un ambiente donde las enfermedades infecciosas no comprometan la vida misma" (Uauy 2006: XVII).

Conclusi�n

El creciente inter�s por seguir una dieta sana para alcanzar estados �ptimos de salud empieza a generar nuevas tendencias en los h�bitos alimentarios y sobre todo una nueva concepci�n de la naturaleza y el significado de los alimentos. El motor de estos cambios es el nuevo estilo de vida que se est� consolidando en las sociedades desarrolladas. Est�n cambiando los gustos de los consumidores debido a la nueva relaci�n que los comensales establecen con los alimentos. Es indiscutible que en la sociedad occidental se est� operando una erosi�n de los modelos alimentarios tradicionales debido a los cambios que se est�n produciendo en la elecci�n de los alimentos y la consolidaci�n de nuevos estilos de vida. Est�n apareciendo nuevas tendencias mundiales en alimentaci�n orientadas al consumo de alimentos que no solamente sean seguros y nutritivos sino que adem�s aporten beneficios para la salud.

Existe amplia evidencia de que actualmente los patrones alimentarios de la poblaci�n est�n cambiando. La base de esta transformaci�n en el consumo de alimentos se encuentra en el cambio de actitud de la poblaci�n en el concepto de salud y enfermedad. Punto de referencia para entenderlo han sido la nueva visi�n del cuerpo. Y ya que todav�a no es posible tener un cuerpo inmortal por lo menos se puede aspirar a envejecer de manera saludable. Se empiezan a conocer los avances cient�ficos que se est�n produciendo en la medicina antienvejecimiento y extrapolar a las personas sanas. Se constata la aparici�n de un nuevo estilo de vida en el que los individuos quieren gestionar la salud seg�n los ideales de mayor esperanza de vida y de mayor calidad. Sus decisiones empiezan a estar motivadas no tanto por el sabor de los productos sino m�s bien por preocupaciones de salud, sus elecciones est�n marcadas por los beneficios adicionales que les puedan proporcionar los alimentos. Estamos al comienzo de una nueva etapa en el campo de la alimentaci�n en la que adem�s de tener en cuenta la capacidad de los alimentos para satisfacer nuestra necesidad nutritiva se prima su potencialidad para evitar el riesgo de contraer enfermedades y propiciar estados �ptimos de salud: larga vida con calidad tanto f�sica como mental a pesar de los achaques que puedan aparecer con la vejez. Se sabe que en realidad no existen alimentos m�s o menos sanos, sino h�bitos m�s o menos saludables. Sin embargo el consumo de nuevos alimentos est� cambiando nuestros h�bitos alimentarios.

Se est�n produciendo enormes avances en el campo de la nutrici�n que no conviene ignorar puesto que est�n modificando el sentido que tienen los alimentos para las personas. Es cierto que estos cambios no han cambiado sustancialmente el esquema nutricional y no se han producido cambios cualitativos en las pautas alimentarias consolidadas en los �ltimos cincuenta a�os. Todav�a no consumimos alimentos sint�ticos como carne producida artificialmente seg�n propuestas recientes. Pero tambi�n es cierto que se ha producido un aumento del inter�s por los problemas diet�ticos relacionados con la salud y sobre todo el consumo de los llamados alimentos sanos y completos y que esta tendencia est� cambiando los h�bitos alimentarios de la poblaci�n. En todos los modelos para explicar la elecci�n de los alimentos la salud se considera un factor fundamental. La historia de la alimentaci�n nos muestra que ese factor siempre se ha tenido en cuenta, pero hoy empieza a ser considerado prioritario y esencial. En este nuevo contexto empieza a consolidarse un nuevo tipo de relaci�n del comensal con los alimentos reglada por pautas hedonistas de consumo. Emerge la idea de una dieta �ptima. No es casualidad, por tanto, que la producci�n y publicidad de los nuevos alimentos se incida mucho en sus propiedades beneficiosas de cara a la salud. Ya disponemos de alimentos a los que se a�aden minerales y se enriquecen con vitaminas. Hoy es un segmento limitado de la poblaci�n quien los consume pero existen indicios racionales para pensar que se van a implantar y extender a toda la poblaci�n. Se anticipa que van a ganar terreno los reconstituyentes vitales concentrados presentados como productos nutritivos que ser�n aceptados f�cilmente por el consumidor. Se otea en horizonte una nueva cultura de la alimentaci�n.

SABIAS QUE ..............

 
 

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Dec�logo de alimentos que ayudan a proteger la piel

El verano puede tener terribles consecuencias sobre la piel. Y es que ya sea tomando el sol directamente, o sufriendo sus efectos de manera casual, lo cierto es que, muchas veces, se nos olvida que es la principal perjudicada de esta �poca del a�o. Sin embargo, adem�s de utilizar cremas y productos especiales para ello, �sab�as que puedes proteger tu piel a trav�s de lo que comes? Estos son algunosalimentos que deber�an formar parte de la lista de la compra estival.

 

Fresas
Esta fruta de color intenso no solo le aporta un sabor delicioso a los platos sino que, adem�s, son muy ricas en agua, antioxidantes y vitaminas. En concreto, su alto contenido en vitamina C, la hace muy apropiada para el verano, ya que su ingesta, junto a la vitamina E, ayuda a prevenir las quemaduras provocadas por el sol.
Zanahorias
El betacaroteno presente en esta hortaliza la convierte en un buen protector solar. De hecho, sus propiedades antioxidantes son las que ayudan a neutralizar los adversos efectos en la piel producidos por la radiaci�n ultravioleta.
T� verde
Esta infusi�n, que tambi�n se puede tomar en fr�o a�adiendo un poco de hielo, no solo favorece la eliminaci�n de l�quidos y toxinas, sino que tambi�n puede prevenir el c�ncer de piel. As� lo explica un estudio realizado por la Universidad de Minnesota, que relaciona uno de sus compuestos con el desarrollo de melanomas.
Patatas
Al igual que las fresas, las patatas son ricas en vitamina C, un nutriente que el col�geno necesita para mantener la piel tersa y el�stica.
Avena
Si bien como alimento, la avena es un ingrediente muy completo que podemos a�adir a los desayunos, tambi�n puede ser un excelente remedio casero que aplicar sobre una quemadura provocada por el sol. Sus propiedades antioxidantes e antiinflamatorias hacen que, preparada con agua, como una pasta, sirva como calmante sobre la piel irritada.
Pepino
Compuestos en su mayor parte por agua, ayudan a mantener la piel y el cuerpo hidratados, as� como a previenen las arrugas y a reducir las ojeras, gracias a la vitamina K.
Chocolate negro
S�, ya no necesitar�s excusas para volver a echar mano a la tableta, porque un estudio publicado en la 'Journal of Cosmetic Dermatology' concluy� que el chocolate pod�a prevenir los efectos de la radiaci�n ultravioleta, el fotoenvejecimiento y el c�ncer de piel.
Granada
En ensaladas, en macedonias, la granada tiene grandes propiedades antioxidantes, m�s incluso que el t�. As� mismo, investigadores japoneses defienden su uso como protector de la piel tras la exposici�n al sol.
Verdura de hoja verde
Los polifenoles y carotenoides presentes en las frutas y verduras han demostrado ser eficaces antioxidantes, previniendo el deterioro y el envejecimiento celular.
Sand�a
La fruta del verano por excelencia, es, adem�s, una fuente de salud para la piel. Refrescante, hidratante y cargada de nutrientes, la sand�a se convierte en uno de los postres m�s saludables y con menos calor�as de esta �poca del a�o.