Estilos de vida y
alimentaci�n
Desde siempre se ha sabido que
una adecuada alimentaci�n es muy
importante para la salud y el
normal funcionamiento del
cuerpo. A la hora de hacer la
compra la salud es uno de los
principales motivos que tienen
en cuenta los miembros de las
sociedades desarrolladas para la
elecci�n de los alimentos. Pero
en el trabajo campo que hemos
realizado sobre el consumo de
alimentos funcionales se detecta
un aspecto nuevo en la elecci�n
de productos alimenticios: los
alimentos tienen que ayudar a
envejecer con calidad de vida,
es decir, vivir m�s a�os y con
mayor calidad de vida. El gusto
de los consumidores est� siendo
modificado lentamente y
orientando hacia un consumo de
alimentos que se rija por los
principios de una dieta �ptima.
ABSTRACT
It has always been recognised
that appropriate nutrition is
vital for health and the normal
functioning of the body. When
shopping, people of developed
countries bear in mind health as
one of the most important
motives for food choice. However,
our field work on the
consumption of functional foods,
we detected a new aspect in the
choice of nourishing products:
food must help the consumer to
age with quality of life �that
is to say, to live longer and
healthier. The preferences of
consumers are slowly being
changed, moving towards food
consumption ruled by the
principles of the optimal diet.
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El valor que m�s aprecian los miembros de las
sociedades desarrolladas es la salud f�sica y mental
del cuerpo. Si en otras �pocas ten�an prioridad los
valores espirituales, hoy los son los del cuerpo.
Una de las grandes aspiraciones de los miembros de
nuestra sociedad es evitar el declive f�sico y
ps�quico. Uno de sus valores prioritarios es
aumentar el bienestar cognitivo, evitar la demencia,
y disfrutar de salud durante el mayor tiempo posible
a pesar de los achaques corporales. Y una manera
efectiva de conseguir estos objetivos es a trav�s de
unos h�bitos alimentarios saludables. En la sociedad
del bienestar la gente es cada vez m�s consciente de
que uno de los factores m�s importantes que pueden
influir en su estado de salud es la dieta. Las
estad�sticas actuales indican que la salud es una
preocupaci�n de primer orden en las sociedades
desarrolladas. Existe un inter�s creciente por la
nutrici�n y los h�bitos alimentarios saludables, y a
la hora de hacer la compra la salud es uno de los
principales motivos que se tienen en cuenta para la
elecci�n de los alimentos. Aumenta el consumo de
alimentos que se consideran sanos y saludables.
La preocupaci�n por una alimentaci�n sana ha sido
una constante en toda la historia de la humanidad.
Desde siempre la gente ha sabido que una buena
alimentaci�n es importante para su vida ya que
incide de forma directa en el mantenimiento y
recuperaci�n de la salud. Son muchos los aspectos
que inciden en la compra y elecci�n de alimentos que
hacen las personas. Pero en las entrevistas
semiestrucuturadas y la encuesta que nosotros hemos
realizado sobre h�bitos alimentarios, la salud
-junto al costo, el sabor, la conveniencia, etc.- es
determinante. Hemos detectado que la poblaci�n est�
empezando a asumir el ideal de la "balanced and
variet diet" en la que se quiere educar a los
miembros de la sociedad de consumo. Los �ltimos
estudios acerca de los h�bitos alimentarios parecen
concluir de manera parecida: existe, efectivamente,
una tendencia a alimentarse de manera m�s saludable.
Pero en el trabajo campo que nosotros hemos
realizado sobre el consumo de alimentos funcionales
o enriquecidos se detecta un aspecto nuevo en la
elecci�n de productos alimenticios: los alimentos
tienen que ayudar a envejecer con calidad de vida,
es decir, vivir m�s a�os de vida y dar m�s vida a
los a�os. Se siguen comprando alimentos saludables,
agradables, placenteros, adaptados a las necesidades
individuales pero sobre todo que aporten beneficios
extra para la salud. Los alimentos de una dieta
moderada en el tama�o de las raciones, variada en el
grupo de alimentos y equilibrada en la cantidad de
todos y cada uno de los nutrientes que necesita el
cuerpo no solamente deben proporcionar la energ�a y
los nutrientes que necesita el cuerpo sino que
adem�s deben tener poder preventivo y curativo. Sin
apenas darnos cuenta, los miembros de la sociedad
desarrollada estamos pasando de los h�bitos
alimentarios a los diet�ticos, de la compra
y el consumo de alimentos al de nutrientes,
de la preocupaci�n por una comida sana al nutricionismo,
y del ideal de una dieta saludable al de una dieta
�ptima (Wiley 2006: 175; Ayora 2007: 90; Pollan
2008: 35; Aubert 2008: 92; Heinrich y Prieto 2008:
255).
El gusto de los consumidores se est� modificando
lentamente al ser orientado hacia el consumo de
alimentos que propicien un estilo de vida de mayor
calidad. La incorporaci�n de nuevos alimentos a la
cesta de la compra responde no solamente a un estilo
de vida que apremia sino tambi�n a un nuevo enfoque
social y cultural de la alimentaci�n. Es un proceso
de cambio lento pero irreversible y el reto consiste
en crear nuevas representaciones que orienten el
comportamiento alimentario de los ciudadanos. De
nada sirve la cr�tica de los cambios que se est�n
produciendo si al mismo tiempo no se hacen
propuestas efectivas y realistas. �stas ayudar�n a
definir un plan de acciones futuras en el campo de
la alimentaci�n con el fin de mejorar el estado
nutricional de la poblaci�n mediante la inculcaci�n
en los consumidores de unos h�bitos alimentarios
adecuados. Para conseguirlo hay que conocer los nuevosfactores
culturales que est�n produciendo cambios
sustanciales en los h�bitos alimentarios y
propiciando la emergencia de una nueva cultura de la
alimentaci�n. Uno de los m�s determinantes es el
nuevo estilo de vida que paulatinamente est�n
aceptando los miembros de las sociedades avanzadas.
H�bitos alimentarios y estilo de vida
La categor�a de "h�bito alimentario" ha sido un
concepto cl�sico en Antropolog�a de la alimentaci�n.
Fue introducido y usado por pioneros como Richard,
Guthe, Mead, Passin, Bennett, Douglas, etc�tera, que
los conciben como formas de comportamiento
alimentario profundamente arraigadas en la formas de
vida de los miembros de una cultura. Se sirven de
este concepto para describir y comprender los modos
de comportamiento rutinario y espont�neo que gu�an
la elecci�n de los alimentos que diariamente
consumen los miembros de un grupo social y que, por
tanto, conforman sus costumbres alimenticias. Sus
an�lisis e interpretaciones fueron sumamente �tiles
porque en una �poca en la que se empezaban a
consolidar nuevos h�bitos alimentarios surgidos de
la industrializaci�n alimentaria, permitieron
dise�ar recomendaciones nutricionales saludables
para la poblaci�n. Y sobre todo fueron aportaciones
relevantes porque pusieron de manifiesto la
importancia de los factores socioculturales. Se
empez� a reconocer que los h�bitos alimentarios
forman parte esencial de la cultura de un pueblo (Messer
1989: 33; Garrote 2002: 5; Contreras y Gracia 2005:
406).
Los h�bitos alimentarios se pueden describir como
patrones rutinarios de consumo alimentario. Son
tendencias a elegir y consumir unos determinados
alimentos y a excluir otros. Comprende un conjunto
de habilidades que desempe�an el papel de mecanismos
de decisi�n los cuales organizan y orientan la
conducta ordinaria y por consiguiente nuestro
comportamiento alimentario: lo que comemos y el modo
como lo comemos, es decir, el consumo cotidiano de
alimentos. En este �mbito han sido definidos como
"l�nea de conducta por la que se seleccionan,
utilizan y consumen el conjunto de productos
alimenticios presentes en las dietas consumidas por
un grupo de poblaci�n" (Bello Guti�rrez 2005: 5).
Son la base de un tipo de comportamiento alimentario
en el que se combinan creativamente los rasgos
gen�ticos y culturales, un modo de comportamiento en
el que convergen los motivos biol�gicos, sociales y
afectivos en una s�ntesis unitaria. Engloban un
conjunto de reglas de conducta de car�cter rutinario
que rigen el comportamiento alimentario y cuyo
conocimiento nos ayuda a entender qu� comemos y por
qu� comemos lo que comemos.
Una de las caracter�sticas fundamentales de los
h�bitos alimentarios es su estabilidad, es decir, su
resistencia al cambio. La mayor�a de los h�bitos
alimentarios del adulto son costumbres que se han
formado muchos a�os antes, motivo por el que son
dif�ciles de cambiar. Est� demostrado que aunque se
produzcan cambios en las actitudes e intenciones no
por ello se cambian. La resistencia es m�s fuerte en
las sociedades opulentas de Occidente, en las que se
exalta la autonom�a y la libertad individual. Los
conceptos de independencia y autonom�a personal
inexorablemente est�n unidos al de actividades de la
vida diaria. Pero los h�bitos alimentarios no son
inmutables ya que son tambi�n esquemas de
comportamiento modificables, abiertos al cambio a
trav�s de todas las potencialidades que ofrece la
vida cotidiana. El contexto social es determinante
en la medida que puede desencadenar una evoluci�n
notable en los h�bitos alimentarios de los
ciudadanos (Delormier et alii 2009: 218;
Sebasti�n 2009: 285). Pues bien, para conjugar la
dimensi�n individual y social en la comprensi�n del
cambio que se esta produciendo en los h�bitos
alimentarios nos serviremos de la categor�a de
estilo de vida. Orienta las pr�cticas cotidianas en
diferentes esferas de la vida entre las que cabe
destacar la del consumo. En este �mbito genera un
orden simb�lico que vehicula las decisiones de las
personas en la elecci�n, compra y consumo de bienes.
En el consumo de alimentos es una categor�a f�rtil
porque permite articular la esfera p�blica y la
privada, entender como las personas dentro de los
cauces que le ofrece la sociedad mantienen su propia
identidad en su conducta alimentaria. Ello es v�lido
en la sociedad moderna que se caracteriza por una
tendencia a la individualizaci�n en las decisiones
sobre lo que se come posibilitada por la capacidad
de adquirir y tambi�n elegir entre la cantidad de
alimentos disponibles y, en consecuencia, la
posibilidad de tomar decisiones de acuerdo con el
propio estilo de vida (Simmel 2001: 147; Douglas e
Isherwood 1979: 38; Featherstone: 2000, 142;
Contreras y Gracia 2008: 186).
El estilo de vida se puede describir como una serie
de pautas de conducta seguidas por un grupo
razonable de personas que coinciden en su forma de
vivir, gastar su dinero, emplear su tiempo libre,
etc. Es un modo de vida basado en un conjunto
espec�fico de patrones de comportamiento que
estructuran la organizaci�n temporal, el sistema
social de relaciones y las pautas de consumo de un
grupo distintivo de individuos. Refiere a un modo de
ser personal basado y propiciado por un entorno
sociocultural concreto en constante proceso de
transformaci�n originado por la acci�n consciente de
los miembros que lo integran. La estructura de un
estilo de vida se resuelve en un conjunto de
pr�cticas, h�bitos, valores, actitudes, tendencias,
consumos, formas vitales, etc. Se puede describir
como una forma original individualizada en el modo
como cada persona vive la vida cotidiana, la
espec�fica manera acatar las normas de su grupo,
clase y sociedad global a la que pertenecen. Ha sido
definido como "un conjunto de pr�cticas mas o menos
integrado que un individuo adopta no solo porque
satisfacen necesidades utilitarias, sino porque dan
forma material a una cr�nica concreta de la
identidad del yo" (Giddens 1991: 81; Ruiz 1994: 200;
Rodr�guez y Agull� 1999: 250; Chaney 2003: 147;
Soldevilla 2009: 20). Es un modo de conducta
unitario en la medida que relaciona los deseos y las
opciones en un modelo m�s o menos ordenado. Posee la
capacidad de estructurar y organizar en gran parte
la actividad cotidiana de los miembros de un grupo
social. Es una especie de norma aceptada por el
grupo pero siempre interpretada por el sujeto que
permite, proh�be o estimula el consumo de ciertos
bienes y servicios. Los estilos de vida son formas
pautadas de investir de valor social y simb�lico a
ciertos aspectos de la vida diaria, y que duda cabe
que entre esos aspectos hay que incluir la comida.
Posee muchos estratos y m�ltiples expresiones entre
las que cabe destacar la elecci�n y consumo de
alimentos que realizan las personas. La comida es
una parte importante del estilo de vida y por
consiguiente una categor�a que tambi�n permite
entender y anticipar la conducta alimentaria.
Influye de manera directa en la forma de comer, en
lo que se come y en el significado que tiene la
comida (Holzman 2006: 371; Reid et alii 2001:
61; Mardomingo 2000: 103). Es f�rtil, por tanto,
estudiar los nuevos estilos de vida como gu�a para
comprender los h�bitos alimentarios actuales y,
sobre todo, para poder detectar los cambios que se
est�n produciendo en los gustos y preferencias
alimentarias.
La eterna juventud
Los patrones de conducta alimentaria seguidos por un
individuo o una colectividad est�n basados
fundamentalmente en el estilo de vida. La
configuraci�n de un estilo depende de c�mo se es, la
forma de pensar, sentir y actuar, las condiciones de
vida y factores socioculturales de la sociedad en la
que se vive, el entorno cotidiano d�nde se act�a y
trabaja, el territorio en el que se vive, etc. Es la
interacci�n de esos m�ltiples aspectos lo que hace
que este modo de comportamiento individualizado est�
sometido a un constante proceso de transformaci�n y
reinterpretaci�n. En efecto, los estilos de vida de
una sociedad se transforman y son recreados
constantemente por los miembros que lo ejercen. En
el presente uno de los aspectos determinantes en el
tr�nsito hacia la configuraci�n del nuevo estilo de
vida de la moderna sociedad individualista sigue
siendo la concepci�n del cuerpo. Lo novedoso es que
el cuidado del cuerpo se ha convertido en una
obsesi�n que, progresivamente, ha ido descendiendo
desde las clases privilegiadas hasta la gente
corriente.
Se est� consolidando una nueva forma de concebir el
cuerpo, una nueva manera de entender el ciclo vital
y como consecuencia un nuevo estilo de vida. Emerge
la idea de que es posible conseguir un cuerpo
inmortal. Se empieza a pensar que en un futuro no
muy lejano los avances cient�ficos pueden hacer real
el ansia de inmortalidad. En las sociedades
avanzadas se percibe la inmortalidad como una utop�a
realizable. La sociolog�a de la eternidad
-prolongaci�n ilimitada de la vida- es un espacio de
investigaci�n que conecta directamente con el
estudio de la longevidad. Se plantea como un nuevo
estilo de vida que no solamente tiene como objetivo
ser feliz ahora sino indefinidamente pues de lo
contrario no tendr�a ning�n sentido prolongar la
vida. Se ha debilitado la creencia en la otra vida y
la felicidad consiste en vivir eternamente. Todo
esto suena a ciencia ficci�n, a un escenario de
futuro inventado por mentes calenturientas, pero ya
se est�n dando los primeros pasos para alcanzar este
objetivo. Y uno de ellos es llevar una dieta �ptima
que nos ayude a vivir m�s y mejor y en el futuro
conseguir la eterna juventud. "La alarmante
proliferaci�n de patolog�as asociadas a la vida
moderna, como son el estr�s, los nuevos tipos de
c�ncer o las enfermedades cardiovasculares, as� como
las efectivas campa�as de marketing de algunas
compa��as farmac�uticas y del ramo de la
alimentaci�n, han sido, en gran parte, las
responsables de la inquietud de las �ltimas d�cadas
por encontrar la milagrosa f�rmula de la eterna
juventud" (Kohan 2007: 58).
En las sociedades ricas estamos pasando de la
preocupaci�n por la belleza y la delgadez corporal a
la obsesi�n por el antienvejecimiento y la juventud
eterna, a optimizar y mantener la vitalidad y a
estar en forma, a mantener el bienestar en la medida
de lo humanamente posible. "La lucha contra el
envejecimiento en el ideario colectivo se basa en
evitar las caracter�sticas negativas asociadas con
el envejecer y que se manifiestan externamente. La
imagen positiva de la juventud en la sociedad, se
manifiesta en el cuerpo y en el aspecto f�sico. Lo
que se aleje de la imagen joven es rechazado
consciente o inconscientemente por la poblaci�n que
desea en su mayor�a adscribirse a la imagen de la
juventud" (Moragas 2007: 35). Se mantiene el ideal
de la belleza corporal aunque empezamos a rechazar
la tiran�a del aspecto f�sico y a denunciar las
terribles consecuencias que origina la obsesi�n por
la belleza. Pero se est� empezando a sublimar en
forma de eterna juventud. Y es que el culto a la
belleza era en el fondo una forma sutil de rehuir la
evidencia de la muerte, una manera de seguir
aspirando y manteniendo el ansia de inmortalidad que
siempre ha constituido una idea directriz de la
especie humana. "En el fondo nuestro culto a la
belleza no es m�s que una forma de reprimir la
evidencia y la existencia de la muerte. El deseo
desesperado de retener la propia juventud no procede
sino del deseo del evitar el duelo de un adi�s.
Podemos decir, por otra parte, que la juventud se ha
convertido en el becerro de oro de nuestra cultura
individualista y secularizada, una cultura que niega
la otra vida, teme a la muerte" (Renz 2007: 345-6;
Zuazo 2008: 3). El ideal de nuestra sociedad es
morir con un cuerpo totalmente sano hasta que se
consiga la inmortalidad corporal. La idea que late
en el ambiente es el ansia universal de
inmortalidad. Empieza a calar la idea de que si de
hecho el "deterioro" del cuerpo es un problema y si
la tecnociencia permite realizar reparaciones y
sustituciones de todo tipo, podemos aspirar a tener
cuerpos que vivan indefinidamente y cerebros que
est�n en condiciones de aprender ilimitadamente. "No
hemos alcanzado la inmortalidad, eso es verdad, pero
so�amos con ella. Literalmente la gente quiere vivir
eternamente y por primera vez en la historia incluso
se hace ilusiones al respecto" (Arsuaga 2007: 50;
Amato 2007: 78; Napal 2007: 161-62; Attali 2006: 25;
Soria y Toharia 2007: 148; S�nchez Vera 2008: 286).
En los medios de comunicaci�n se divulga la idea de
la inmortalidad. Se recuerda que muchos f�sicos
famosos afirmaron que era imposible volar, y que
tambi�n insignes bi�logos defendieron la
imposibilidad de la clonaci�n, pero nos recuerdan
como los avances de la ciencia han demostrado la
falsedad de esas predicciones. Esto se aplica al
tema de la muerte humana y ya se habla de la falacia
de que existe un l�mite biol�gico para la vida. "No
estamos programados para morir. La vida no termina
porque un gen albergue el secreto para interrumpirla
en un momento dado. En realidad no est� escrito que
debamos morir. La vida es mantenimiento de un
equilibrio entre las agresiones celulares y la
capacidad regenerativa de las mismas c�lulas. Cuando
las agresiones son superiores a la capacidad
regeneradora, se produce el envejecimiento y la
muerte. Mientras que la capacidad de regenerar los
tejidos sea mayor que el impacto de las agresiones
medioambientales, la vida contin�a" (Punset 2008:
56). Aprovechando los conocimientos cient�ficos
actuales ya se est� aumentando la esperanza de vida
de la poblaci�n y no se renuncia a conseguir la
eterna juventud. Hoy por hoy se considera un
objetivo muy lejano detener el proceso de
envejecimiento y conseguir la eterna juventud. Sin
embargo se considera un objetivo realista aumentar
considerablemente la longevidad. As� en una
conferencia en la Obra Social de la Caixa, A. de
Grey habl� de la posibilidad de vivir mil a�os.
Estas divulgaciones que aparecen en los medios de
comunicaci�n se basan en las investigaciones y
enigmas que actualmente pretenden resolver
cient�ficos: �Hasta cuando podemos vivir? �Estamos
realmente condenados a envejecer? �Cu�les son los
mecanismos del deterioro de nuestro organismo que
finalmente desemboca en la muerte? �Hay alg�n modo
de retrasar el envejecimiento? �Hay alguna fuente de
juventud? �Podremos alg�n d�a producir el elixir de
la vida? Las preguntas son pertinentes porque hay
bacterias que son inmortales y organismos
pluricelulares que tambi�n lo son. Adem�s la l�nea
germinal de los seres humanos se puede considerar
inmortal en la medida que se perpet�a en los
descendientes a trav�s de la procreaci�n y en el
futuro con la clonaci�n reproductiva. En este
contexto hay que situar el impacto que est� teniendo
la denominada biolog�a de la inmortalidad.
Son muchos los cient�ficos que tratan de conocer
c�mo actu� la selecci�n natural en los genes, c�mo
reparar el dise�o del cuerpo para evitar el
envejecimiento, y en un paso posterior conseguir la
inmortalidad. En el estado actual de nuestros
conocimientos los cient�ficos piden prudencia ya que
podr�an existir l�mites a la longevidad m�xima del
organismo humano y a la capacidad replicativa de su
ADN. De cualquier manera en Biolog�a no se discute
este axioma: "La inmortalidad biol�gica no es por
tanto una imposibilidad biol�gica" (Rose 2009: 51).
Incluso muchos investigadores dan un paso m�s para
deducir este otro principio: los humanos no estamos
programados para morir. Frente a la amenaza del fin,
hoy por hoy ineludible, hay un grupo de bi�logos que
se denominan "inmortalistas" y suscriben la tesis de
Carrell quien afirm�: "The cell is immortal".
Por ello defienden que el envejecimiento es un
problema mec�nico y que una regulaci�n adecuada de
nuestra fisiolog�a nos permitir�a conseguir la
juventud eterna (Klingler 2007: 30; Newth 2007:
203-4; Kirkwood 2004: 296). Sostienen que la
inmortalidad reside en los genes y no en los cuerpos
que los trasportan y que por tanto el ADN y los
genes inscritos en �l son inmortales, que como
personas no tenemos una edad preprogramada para
envejecer, y que la actual situaci�n de
envejecimiento viene condicionada por el nicho al
que nos hemos adaptado, y que actuando sobre los
genes podr�amos superar estas limitaciones. El
envejecimiento es un problema degenerativo causado
por da�os moleculares y celulares que se pueden
evitar a trav�s de t�cnicas de Bioingenier�a.
Partiendo de estas premisas son muchos los que
piensan que los futuros avances en Ingenier�a
Gen�tica abren la posibilidad de acercarse
progresivamente a ese viejo anhelo de la especie
humana de luchar por la eterna juventud. La muerte
no tiene que ser nuestro inevitable destino. Para
evitarlo habr� que comenzar eliminando la barrera
que en el presente supone el envejecimiento del que
hasta ahora ning�n mortal puede escapar.
La lucha contra el envejecimiento
Desde un punto de vista demogr�fico el sector de
poblaci�n mundial que mayor crecimiento va a tener
es el de las personas mayores de 60 a�os. Se calcula
que en las sociedades de los pa�ses en desarrollo el
envejecimiento va a ser muy acusado pero tambi�n en
los pa�ses ricos. En Espa�a la proporci�n de
personas mayores se ha duplicado. El estudio de esta
tendencia muestra una doble faz. De una parte se
considera que el aumento de la esperanza de vida de
las personas de cualquier pa�s es un signo de
progreso y un avance social. Y para las personas un
motivo de satisfacci�n y alegr�a de haber podido
alcanzar una edad avanzada. En las sociedades
desarrolladas vejez se asocia con jubilaci�n y se
recomienda vivirla de manera productiva y creativa.
Pero de otra parte el envejecimiento aparece como
una carga tanto para las familias como para el
sistema sociosanitario. En la mayor�a de las
personas el envejecimiento es la etapa del ciclo
vital en el que empiezan a notarse las
modificaciones corporales que en forma de achaques y
enfermedades perturban la vitalidad del organismo
humano. El envejecimiento de la poblaci�n es tambi�n
uno de los grandes problemas de la poblaci�n a nivel
mundial. La OMS nos viene alertando de los
crecientes costos que conlleva el cuidado y
tratamiento de las personas mayores y la necesidad
de estar preparados para afrontar los retos de este
nuevo escenario que se nos avecina (World Health
Organization 2005: 22).
Para afrontar este desaf�o el primer paso consiste
fijar el concepto de anciano y los rasgos peculiares
que caracterizan a este sector de la poblaci�n. El
envejecimiento es un proceso que dura durante toda
la vida y conlleva cambios en la estructura y el
funcionamiento del cuerpo, es decir, una
consecuencia natural de haber nacido. Pero para
fijar el momento exacto en el que se puede hablar de
envejecimiento o que una persona sea considerada
mayor son muchos los criterios que se esgrimen:
cronol�gico, fisiol�gico, psicol�gico, filos�fico,
etc. (Schramme 2009: 236; Garc�a-Sancho 2008: 280).
En cualquier caso se impone la idea de la vejez como
una etapa regresiva en la vida caracterizada por
procesos de degradaci�n org�nica y funcional. Y
seg�n la forma de envejecer se habla de
envejecimiento normalcomo aqu�l que proceso
que ocurre en la mayor�a de las personas; de
envejecimiento patol�gico cuando se produce
un deterioro acelerado y se reduce la esperanza de
vida; y envejecimiento eug�rico cuando es
satisfactorio y se prolonga la vida m�s de lo
corriente. En el campo de la ciencia no solamente se
aspira a un envejecimiento eug�rico sino tambi�n a
detenerlo y sobre todo a que impedir que vejez se
asocie con enfermedad
La biogerontolog�a o medicina antiaging es
una disciplina joven pero muy pujante (Gems 2009:
40). Tiene como objetivo �ltimo la aplicaci�n de
todos aquellos conocimientos y terapias que permitan
retrasar el deterioro f�sico y mental asociado con
la vejez. Est� en pleno auge y se dedican muchos
esfuerzos para encontrar los mecanismos que regulan
el tiempo de vida de los organismos y as� poder
afrontar el reto del envejecimiento. Estas son las
l�neas de investigaci�n m�s relevantes:
- Reducir los achaques de la vejez y evitar el
riesgo de enfermedades cr�nicas. Hay un periodo en
el que se est� pleno de facultades pero a una
determinada edad se empiezan a notar las
dificultades corporales: r�pidos aumentos de peso,
sofocos, variaciones de humor, osteoporosis,
problemas sexuales tanto en varones como mujeres,
etc�tera. Vejez va unida a enfermedad y se trata de
evitarla para aumentar la calidad de vida de los
mayores. Se pretende completar el ciclo vital
sufriendo las m�nimas enfermedades posibles y poder
gozar de la m�xima calidad de vida hasta que llegue
la muerte.
- Detener y retrasar para prolongar la vejez de
manera saludable es un objetivo que est� al alcance
de nuestras manos, una meta realista. Hoy podemos
constatar que a medida que aumenta la esperanza de
vida se incrementan los achaques un envejecimiento
saludable. El objetivo es conseguir que los ancianos
permanezcan activos y puedan vivir a pleno
rendimiento mientras vivan. En suma: que puedan
vivir una segunda juventud.
- Impedir la vejez para poder mantenerse eternamente
joven. Se sigue investigando para encontrar la
fuente de la juventud pero hoy por hoy esta l�nea de
investigaci�n es una cosa del futuro -para muchos
discursos de ciencia-ficci�n-, llena de lagunas e
incertidumbres y que actualmente no tiene
aplicaciones pr�cticas. Incluso se discute que pueda
ser considerado un valor universal pues muchas
personas manifiestan su rechazo a vivir eternamente.
Para poder conseguir cualquiera de estas metas la
alimentaci�n juega un papel esencial. La nutrici�n
�ptima es el mejor remedio que poseemos en la
actualidad para combatir los achaques y las
enfermedades que conlleva el envejecimiento (Ferry
2008: 90). Se parte de un modelo integrado de salud
entendida como una vida libre de cargas para cuya
consecuci�n la alimentaci�n constituye un factor
esencial. La alimentaci�n es un indicador importante
de la capacidad funcional y la calidad de vida. La
vitalidad corporal y mental depende de lo que uno
come. Se puede afirmar que, en general, las
enfermedades cr�nicas son debidas a un desequilibrio
diet�tico. De ah� que consumir alimentos apropiados
mantiene el cuerpo en forma, mejora el estado de
�nimo, refuerza la memoria e incrementa la capacidad
intelectual. Se aspira a conseguir a trav�s de una
dieta �ptima el m�ximo estado de bienestar posible
sin enfermedad f�sica o mental: envejecer con la
mayor calidad de vida posible. Por ello se habla de
la necesidad de seguir los dictados de una dieta
�ptima y de la urgencia "de cambiar sus h�bitos
alimenticios o modificarlos con la finalidad de
maximizar su salud y longevidad" (Heber y Bowerman
2007: 26). Estos nuevos h�bitos alimentarios nos
ayudar�n a vivir el proceso de envejecimiento con
optimismo y a mantener una actividad ps�quica
estimulante a trav�s del desarrollo de la fitness cerebral.
Nos permitir�n aumentar la longevidad hasta cotas
inimaginables y con el tiempo la eterna juventud. No
es de extra�ar por tanto que se hable y se pretenda
hacer realidad a nivel individual el mito de la
eterna juventud, presente en todas las culturas,
pero que en la nuestra empiece a aparecer como una
realidad a la que pueden aspirar las mujeres y los
varones de las sociedades ricas: la inmortalidad.
Pero seguimos sin tener los conocimientos las
t�cnicas necesarias para poder detener para siempre
el reloj biol�gico. Mientras tanto lo �nico que
podemos con unos h�bitos alimentarios adecuados es
impedir la aparici�n de muchas de las patolog�as
asociadas a la vejez y evitar da�ar las c�lulas de
nuestro organismo. El �nfasis se desplaza de la
supervivencia a la longevidad bien llevada, de la
cantidad de vida a la calidad de vida a trav�s de
una dieta apropiada. "La medicina antiaging utiliza
la nutriterapia al dise�ar una dieta personalizada,
con los alimentos funcionales y nutrac�uticos
precisos para que la persona que recibe el
tratamiento cuente con los nutrientes necesarios
para disfrutar de buena salud" (Bay�n y S�nchez
2007: 117; Muntan� 2008: 107; Baras 2008: 28).
La dieta antiaging
Son muchos los factores que causan el envejecimiento
pero se considera que uno de los m�s importantes es
la comida. En esta l�nea la dieta antiaging aspira
a alargar la edad biol�gica del individuo por medio
de una nutrici�n �ptima. Pretende prevenir todo tipo
de enfermedades y conseguir una vida sana y de
calidad con una dieta individualizada. Con ella se
pueden evitar los efectos t�xicos de los residuos
del metabolismo que se acumulan en las c�lulas
durante la vida siguiendo unos h�bitos alimentarios
adecuados. De ah� que para luchar contra el
envejecimiento sea decisivo consumir alimentos que
tengan un efecto protector, ayuden al cuerpo a
luchar contra los radicales libres y funcionen como
manantial de la eterna juventud. Son muchos los
consejos y aspectos que se ponen en juego para
acercarse a este ideal -ejercicio f�sico, deporte,
eliminaci�n de los riesgos del tabaco y las drogas,
chequeo m�dico anual, comer y beber con moderaci�n,
evitar el stress, tomarse la existencia con
optimismo, meditaci�n, vida en pareja, familiar y
social activas, etc. -, pero que duda cabe que uno
de los m�s importantes es el de seguir una dieta
sana, es decir, comer de forma saludable. Para
mantener y conservar la juventud as� como para
retrasar el envejecimiento se pueden usar muchos
medios pero el m�s importante es la alimentaci�n
porque no es ef�mero ni superficial sino que afecta
a la estructura de nuestro propio cuerpo. Por ello
se inculcan unos h�bitos alimentarios que aumenten
las propias fuerzas f�sicas y mentales y poder tener
una forma de vida conscientemente creativa.
Es cierto que las personas mayores son el segmento
de la poblaci�n que tiene una mayor preocupaci�n por
unos h�bitos alimentarios saludables y a elegir
aquel tipo de alimentos que mejor contribuyan al
incremento de su salud y aumento de la longevidad (Sloan
2009: 25; Swientek 2008: 45). Pero conviene subrayar
que todas estas investigaciones y propuestas se
extrapolan a todas las edades y se recomienda
seguirlas en todas las etapas de la vida y no
solamente en la vejez. Van tambi�n dirigidas a todas
las personas sanas que s�lo desean favorecer y
mantener su salud. Se les alerta de que la mayor�a
de las consecuencias de una dieta repercuten despu�s
de mucho tiempo y por ello aumenta el n�mero de
consumidores que lo tienen en cuenta y eligen
alimentos con nutrientes beneficiosos para su salud.
"As� como en la econom�a es cada vez m�s
recomendable crear una reserva, si es posible desde
temprana edad, para llegar al �ltimo tramo de la
vida con cierto desahogo porque luego los ingresos
merman, en lo biol�gico es fundamental que los
buenos h�bitos alimentarios acumulen un potencial de
salud, tanto mayor cuanto m�s temprano la hayamos
iniciado y cuando el proceso natural e inevitable
del envejecimiento comience a mermar funciones, es
decir, salud, lo haga desde una cota m�s alta, con
un recorrido m�s largo en el tiempo y mayor calidad
de vida" (Morales G�eto 2007: 4; Cabo Soler 2007:
115). El ideal que ya se promueve para cualquier
persona es comer de forma selectiva en cualquier
edad. Se promueve el vigor y la fuerza del cuerpo a
trav�s del consumo de nutrientes y t�cnicas
naturales que posean probada capacidad regeneradora
y revitalizadora. La gente empieza a consumir de
manera normal alimentos que piensan que les ayudan a
mejorar la salud, les previenen enfermedades y
retrasan el envejecimiento. En muchas familias
algunos de estos alimentos han entrado a formar
parte de la compra semanal y alimentos funcionales
ya empiezan a integrarse en los patrones culturales
y diet�ticos habituales de la poblaci�n. Hoy por hoy
no hay dudas que el estilo de vida y los h�bitos
alimentarios ejercen una influencia directa en la
expectativa de vida del ser humano y en la calidad
de vida de los a�os que queden por vivir. Siguiendo
esta idea se aboga por una dieta individualizada
porque puede contribuir a aumentar las expectativas
de vivir con calidad y evitar los achaques de la
ancianidad. En este contexto hay que situar todas
las investigaciones que se est� realizando sobre los
radicales libres (Ameset alii 1993: 7915).
Muchas teor�as cient�ficas intentan explicar el
proceso de envejecimiento y aportar ideas de como
retrasarlo. Una de m�s conocidas es la teor�a de los
radicales libres: potentes t�xicos celulares,
producto de los deshechos de nuestra actividad
metab�lica que atacan c�lulas y tejidos, a trav�s de
su oxigenaci�n y posterior oxidaci�n (Jord� 2007:
932; Boudan 2008: 37). La mayor�a de ellos se
generan en nuestras propias c�lulas, puesto que son
productos derivados que se obtienen normalmente al
transformar los alimentos en energ�a. Seg�n esta
teor�a el envejecimiento proviene del da�o oxidativo
al organismo a lo largo de la vida. Los alimentos
industriales que consumimos lo incrementan y se
puede hablar de un equilibrio nutricional precario y
amenazado. Parte del da�o no es reparado y se
acumula, dando lugar a un funcionamiento celular
incorrecto. Pueden romper hebras de ADN o mezclar
las bases de ADN, de forma que se inserten letras
incorrectas. Pues bien, cuando el cuerpo produce m�s
radicales libres de los que puede manejar se produce
el envejecimiento y la enfermedad. La mejor manera
de poder evitar su efecto nocivo es llevar una dieta
saludable complementada con el consumo de alimentos
ricos en elementos antioxidantes. Con una
alimentaci�n adecuada se puede activar la producci�n
de c�lulas sanas y la destrucci�n de las tumorales.
"Recordemos que todos nosotros somos portadores de
micro-tumores que aparecen de manera espont�nea por
factores externos: agentes qu�micos como los
cigarrillos, las radiaciones, los virus... Pero
tambi�n act�an factores internos: todos los d�as,
millones de c�lulas de nuestro cuerpo se dividen
para renovarse y, de vez en cuando, durante ese
proceso se producen errores que pueden, en
combinaci�n con cromosomas defectuosos, provocar un
tumor. El organismo bloquea v elimina la mayor�a de
los microtumores, pero no est� de m�s ayudarlo.
Ciertos alimentos sirven para esto" (Veronessi 2009:
20; Ferry 2008: 91; Murcia et alii 2007:
103). Para fortalecer el sistema inmune de las
personas y evitar las deficiencias nutricionales se
recomienda un cambio de dieta que contenga alimentos
beneficiosos y que incluya suplementos. Se deben
incluir formas concentradas de nutrientes,
normalmente procedentes de fuentes alimentarias
diversas, a fin de superar los nocivos efectos del
d�ficit de micronutrientes, la contaminaci�n, la
radiaci�n y los radicales libres generados en el
organismo. De ah� la recomendaci�n de una
alimentaci�n adecuada y un programa inteligente,
moderado y equilibrado de suplementos
multivitam�nicos. Algunos suplementos alimenticios
(antioxidantes, vitaminas, �cidos esenciales, et.)
contribuyen a que el organismo destruya las c�lulas
malignas.
Es cierto que los expertos en nutrici�n afirman que
las necesidades nutritivas del cuerpo humano se
pueden cubrir con alimentos naturales elegidos seg�n
una dieta variada y equilibrada. Cuando esto se
consigue los suplementos diet�ticos no son
necesarios. Solo cuando la dieta no resulta
suficiente se prescribir� complejos vitam�nicos o
minerales para reemplazar el equilibrio interno.
Adem�s los m�dicos que practican la medicina
antienvejecimiento reconocen cada vez m�s la
importancia de los alimentos naturales (Giampapa et
alii 2008: 317). Pero tambi�n es cierto que se
consolida la tendencia anticipada por el US
Institute of Food Technologists: "Increasing
role of food and food ingredients in self medication
and disease prevention" (Reid et alii 2001:
59; Mart�n-Moreno y Molinero 2005: 83). Tambi�n en
nuestro pa�s en el que ya se puede hablar "de una
cierta medicalizaci�n de los alimentos, por la que
estos productos no responder�an tanto a la necesidad
de quitar el hambre como a la necesidad de mejorar
la salud (Armend�riz 2008: 48). Los suplementos
nutricionales son fuentes concentradas de nutrientes
que s�lo persiguen complementar la dieta para a�adir
o elevar el consumo de aquellos que se consideran
necesarios para el �ptimo funcionamiento de los
tejidos, ya sea porque la dieta que realiza la
persona los aporta escasamente, o porque se
considere que su refuerzo pueda aportar beneficios
adicionales. Se considera testado cient�ficamente
que la administraci�n de suplementos con
macro-nutrientes incrementa la longevidad, pero
empieza a calar en la poblaci�n que tambi�n son
necesarios para una correcta nutrici�n. Ello explica
que las vitaminas, los oligoelementos, los
antioxidantes ya forman parte del lenguaje corriente
y convirtiendo en palabras m�gicas que garantizan
juventud, larga vida, resistencia a las enfermedades
y vitalidad. "Escoja un suplemento multivitam�nico y
mineral que posea la cantidad de estos antioxidantes
y cons�malo en cantidades equilibradas junto a una
dieta rica en vegetales, frutas, hierbas y especias
antioxidantes" (Barber� 2008: 20; Challem y Block
2008: 166; Ames 2001: 17; Hubert 2001: 5).
La restricci�n cal�rica
La restricci�n cal�rica es una l�nea de
investigaci�n �ntimamente relacionada con los
ideales de la dieta antiaging pero
aplicable tambi�n a todas las etapas de la vida (Tr�ton
2008: 65). Consiste en la reducci�n sustancial y
progresiva del aporte energ�tico sin caer en la
malnutrici�n. Se considera un tipo de dieta que
ralentiza los cambios por envejecimiento y reduce la
incidencia del c�ncer y de otras enfermedades
degenerativas. Diferentes estudios han demostrado
los beneficios que les aporta a los animales.
Limitar la ingesta de calor�as supone un aumento de
esperanza de vida en todas las especies estudiadas.
De ah� se ha concluido que una dieta restrictiva
tambi�n podr�a proporcionar a los humanos una vida
m�s sana y larga. Sin embargo hasta ahora la ciencia
no ha podido todav�a constatar que la restricci�n
cal�rica sea igualmente efectiva para aumentar la
esperanza de vida de los humanos, ya que es preciso
realizar este tipo de estudios con muchas personas y
durante m�s tiempo. Pero s� se ha observado que los
que siguen a una dieta hipocal�rica tienen niveles
de colesterol m�s bajos, menor presi�n arterial y
menor porcentaje de grasa corporal. Adem�s, las
personas que siguen esta dieta tienen una
temperatura corporal m�s baja, su metabolismo est�
ralentizado y presentan niveles m�s reducidos de
da�o cromos�mico (alteraciones gen�ticas
relacionadas con el envejecimiento). Estos factores
podr�an indicar que vivir�n m�s a�os. "Se ha
demostrado que la restricci�n cal�rica incrementa la
longevidad. Para que esta restricci�n sea efectiva,
las calor�as de dieta deben estar bastante por
debajo de la cantidad de calor�as que puede
proporcionar una dieta ad l�bitum. Asimismo
no debe conducir a malnutrici�n o dietas impropias,
ni limitar el aporte de nutrientes" (Schneider y
Sagan 2008: 331; Witte et alii 2009: 1256;
Williamson et alii 2008: 40; Bergamini et
alii 2007: 69; Presles y Solano 2007: 231).
Las investigaciones actuales no permiten obtener
conclusiones v�lidas sobre sus posibilidades para
aumentar la duraci�n de la vida. Son muchos los que
piensan que la restricci�n cal�rica no se puede
aplicar a los seres humanos ya que no se morir�an de
hambre pero tendr�a efectos secundarios
perjudiciales para la salud f�sica y mental. De
cualquier manera estas investigaciones han
contribuido a demostrar la importancia de la
restricci�n cal�rica que indica la necesidad de
reducir el consumo de grasas, hidratos de carbono y
prote�nas. Todas estas investigaciones han servido
para alertar a la poblaci�n de la conveniencia de
ajustar su comida a unos h�bitos alimentarios en los
que se reduzcan las raciones y se lleve una dieta
equilibrada de grasas, prote�nas, carbohidratos,
vitaminas y minerales. Se piensa que en la
actualidad es el tratamiento m�s claro que existe
para conseguir ralentizar el proceso de
envejecimiento y extender la esperanza de vida.
Entre las verdaderas claves para vivir m�s y mejor
se aconseja seguir pautas saludables entre las que
destaca el comer menos siguiendo una dieta
equilibrada basada en unos h�bitos alimentarios que
eviten que el cuerpo se oxide. "La tarea es lograr
que muchos, y ojala casi todos, logremos vivir m�s
del siglo de forma saludable y verdaderamente nos
llegue la muerte por viejos y no por enfermedades
que hoy son en gran medida evitables. Prevenir o
retrasar al m�ximo las enfermedades cr�nicas
relacionadas con la nutrici�n inadecuada y la
inactividad f�sica es la gran tarea de la nutrici�n
y salud p�blica en este siglo que iniciamos. El
futuro quiz� nos va a permitir prolongar la duraci�n
m�xima de la vida de la especie homo sapiens.
Manipulando el aporte energ�tico mientras se
mantiene un aporte suficiente de nutrientes
espec�ficos durante per�odos cr�ticos del ciclo
vital, se ha logrado extender la duraci�n de la vida
en un rango de 30-40% en diversas especies
mam�feras, incluyendo los primates no humanos. Esto
se logra con restricciones de energ�a que llegan a
comprometer la velocidad de crecimiento y desarrollo
pero en un ambiente donde las enfermedades
infecciosas no comprometan la vida misma" (Uauy
2006: XVII).
Conclusi�n
El creciente inter�s por seguir una dieta sana para
alcanzar estados �ptimos de salud empieza a generar
nuevas tendencias en los h�bitos alimentarios y
sobre todo una nueva concepci�n de la naturaleza y
el significado de los alimentos. El motor de estos
cambios es el nuevo estilo de vida que se est�
consolidando en las sociedades desarrolladas. Est�n
cambiando los gustos de los consumidores debido a la
nueva relaci�n que los comensales establecen con los
alimentos. Es indiscutible que en la sociedad
occidental se est� operando una erosi�n de los
modelos alimentarios tradicionales debido a los
cambios que se est�n produciendo en la elecci�n de
los alimentos y la consolidaci�n de nuevos estilos
de vida. Est�n apareciendo nuevas tendencias
mundiales en alimentaci�n orientadas al consumo de
alimentos que no solamente sean seguros y nutritivos
sino que adem�s aporten beneficios para la salud.
Existe amplia evidencia de que actualmente los
patrones alimentarios de la poblaci�n est�n
cambiando. La base de esta transformaci�n en el
consumo de alimentos se encuentra en el cambio de
actitud de la poblaci�n en el concepto de salud y
enfermedad. Punto de referencia para entenderlo han
sido la nueva visi�n del cuerpo. Y ya que todav�a no
es posible tener un cuerpo inmortal por lo menos se
puede aspirar a envejecer de manera saludable. Se
empiezan a conocer los avances cient�ficos que se
est�n produciendo en la medicina antienvejecimiento
y extrapolar a las personas sanas. Se constata la
aparici�n de un nuevo estilo de vida en el que los
individuos quieren gestionar la salud seg�n los
ideales de mayor esperanza de vida y de mayor
calidad. Sus decisiones empiezan a estar motivadas
no tanto por el sabor de los productos sino m�s bien
por preocupaciones de salud, sus elecciones est�n
marcadas por los beneficios adicionales que les
puedan proporcionar los alimentos. Estamos al
comienzo de una nueva etapa en el campo de la
alimentaci�n en la que adem�s de tener en cuenta la
capacidad de los alimentos para satisfacer nuestra
necesidad nutritiva se prima su potencialidad para
evitar el riesgo de contraer enfermedades y
propiciar estados �ptimos de salud: larga vida con
calidad tanto f�sica como mental a pesar de los
achaques que puedan aparecer con la vejez. Se sabe
que en realidad no existen alimentos m�s o menos
sanos, sino h�bitos m�s o menos saludables. Sin
embargo el consumo de nuevos alimentos est�
cambiando nuestros h�bitos alimentarios.
Se est�n produciendo enormes avances en el campo de
la nutrici�n que no conviene ignorar puesto que
est�n modificando el sentido que tienen los
alimentos para las personas. Es cierto que estos
cambios no han cambiado sustancialmente el esquema
nutricional y no se han producido cambios
cualitativos en las pautas alimentarias consolidadas
en los �ltimos cincuenta a�os. Todav�a no consumimos
alimentos sint�ticos como carne producida
artificialmente seg�n propuestas recientes. Pero
tambi�n es cierto que se ha producido un aumento del
inter�s por los problemas diet�ticos relacionados
con la salud y sobre todo el consumo de los llamados
alimentos sanos y completos y que esta tendencia
est� cambiando los h�bitos alimentarios de la
poblaci�n. En todos los modelos para explicar la
elecci�n de los alimentos la salud se considera un
factor fundamental. La historia de la alimentaci�n
nos muestra que ese factor siempre se ha tenido en
cuenta, pero hoy empieza a ser considerado
prioritario y esencial. En este nuevo contexto
empieza a consolidarse un nuevo tipo de relaci�n del
comensal con los alimentos reglada por pautas
hedonistas de consumo. Emerge la idea de una dieta
�ptima. No es casualidad, por tanto, que la
producci�n y publicidad de los nuevos alimentos se
incida mucho en sus propiedades beneficiosas de cara
a la salud. Ya disponemos de alimentos a los que se
a�aden minerales y se enriquecen con vitaminas. Hoy
es un segmento limitado de la poblaci�n quien los
consume pero existen indicios racionales para pensar
que se van a implantar y extender a toda la
poblaci�n. Se anticipa que van a ganar terreno los
reconstituyentes vitales concentrados presentados
como productos nutritivos que ser�n aceptados
f�cilmente por el consumidor. Se otea en horizonte
una nueva cultura de la alimentaci�n. |